5 cosas que nunca debes decir o hacer en un funeral

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Nada me hace retroceder más de la ambición santa y la buena batalla del ministerio como el predicar en un funeral. Lucho por días y noches, no solo por qué decir, sino también por cómo decirlo. Si estoy disfrutando de una temporada alentadora en mi vida, me cuesta entrar en el sufrimiento del duelo. ¿Quién soy yo para representar los sentimientos de la familia herida, mientras me ven tratando de honrar a su ser amado? Pero mucho cambió para mí cuando prediqué en el funeral de mi papá. Dios me dio la perspectiva no solo del predicador, sino también del miembro de la familia.

Este momento nunca es casual o fácil. Se necesita de mucho coraje y de la ayuda del Espíritu Santo. Así como le pedimos ayuda a Dios en oración, no debemos ser descuidados en nuestras palabras. Lo que decimos tiene efectos profundos en una situación tan vulnerable, y debemos andar con cuidado. Así que aquí están cinco cosas que debemos evitar al predicar en un funeral.

1. No te refieras al santo que partió solo en tiempo pasado.

‪Parte de nuestro deber como predicadores es honrar al Señor hablando de cómo este hijo de Dios amaba a Jesús y dio su vida para su gloria. Sin embargo, muchas veces podemos estar hablando descuidadamente de la persona en tiempo pasado. Si creemos que el fallecido está vivo en Cristo y en su presencia, debemos referirnos a él o ella también en el presente y en tiempo futuro. De esta manera, recordamos a la familia y otros oyentes de la esperanza del evangelio.

2. No te olvides de la perspectiva de Dios.

El Salmo 116:15 nos enseña que “Estimada a los ojos del SEÑOR es la muerte de Sus santos”. Dios es glorificado cuando sus hijos llegan a casa. Estar en la presencia de Dios es el máximo gozo que el creyente jamás puede recibir. Es el final de la larga lucha de la santificación y los hermosos inicios de la glorificación.

3. No ignore a los perdidos.

Los perdidos están siempre a nuestro alrededor. Es posible que no se encuentren en el ataúd, pero están muertos en sus pecados. El perdido necesita ser recordado de que la muerte es una realidad de la vida, una transición que todos haremos algún día. Si hay algún lugar para predicar la gravedad del pecado y de la gracia de Cristo, es cuando estás predicando frente al cuerpo de un santo a los ojos de los perdidos. Ruega por ellos por arrepentimiento y gozo en la vida eterna con el Salvador. El santo honrado está más vivo de lo que nadie puede imaginar.

4. No digas o impliques que el fallecido era perfecto.

La gente real es estimulada al oír hablar de la vida real. Y la vida real está llena de tantas alegrías como tristezas. El santo honrado ha terminado la carrera y peleado la buena batalla de la fe. Podemos aprender de la vida de cualquier persona unida a Cristo.

5. No dejes afuera la realidad del cielo: exponla.

La iglesia necesita seguir escuchando y estudiando la Palabra de Dios acerca de nuestro hogar futuro. La falta de hablar acerca del cielo revela nuestra falta de fe, la esperanza, y la alegría en ella. Este hijo de Dios que partió ahora disfruta de Dios y las riquezas de su reino. Por lo menos por unos momentos tenemos la oportunidad de sacar a la gente de su perspectiva de “aquí y ahora”, la cual se vuelve insignificante delante del gozo puesto delante de ellos en Cristo. Recuérdeles que los cristianos siempre están rodeados por la gracia y no tienen nada sino el cielo delante.

Escrito por John Pond
John Pond es pastor de jóvenes de West Jackson Baptist Church en Jackson, Tennessee.
 
Fuente: http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/5-cosas-que-nunca-debes-decir-o-hacer-en-un-funeral

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