Cómo vivir bajo un presidente incompetente

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Hoy, un hombre moralmente incompetente para el cargo asumirá el cargo de presidente de los Estados Unidos. Es importante decirlo ahora porque no verlo ni sentirlo seguirá contribuyendo a la visión de liderazgo derrumbada que le permitió ser nominado y elegido.

No solo eso, sino que si no vemos y sentimos la naturaleza y peso de esta pena, no sabremos cómo orar por su presidencia ni cómo hablar como peregrinos y exiliados cuyo patrón de vida se define en el cielo, no por el estado de ánimo de la cultura.

Por qué Trump es incompetente

El comportamiento inmoral de Donald Trump en el pasado, y su continua falta de voluntad a renunciar a él, muestran que es moralmente incompetente de liderar nuestra nación. Hillary Clinton también lo era, porque aprueba el asesinato de bebés no nacidos.

En abril del año pasado, Andy Naselli compartió algunos hechos acerca de la conducta inmoral de Trump:

  • Trump se ha jactado públicamente de haber cometido adulterio.
  • Trump se ha burlado y faltado el respeto a las mujeres, personas con discapacidades, e incluso prisioneros de guerra.
  • Trump ha actuado como un estafador (por ejemplo, Trump University).
  • Trump ha actuado como un demagogo, apelando a los deseos y prejuicios populares en lugar de a los argumentos racionales, más notablemente en sus debates.
  • Trump ha actuado como alguien desvergonzadamente orgulloso. Ha presumido, “nadie lee la Biblia más que yo”. Sin embargo, también dijo que nunca le ha pedido perdón a Dios ni a nadie más por ninguna cosa.

“Mi principal problema”, dijo Randy Alcorn, “no es que Donald Trump diga lo que piensa… Mi problema es lo que él piensa: especialmente su obsesión con la apariencia física, sensualidad, superficialidad, riqueza, su propio estatus y logros, y su prontitud para criticar e insultar a las personas y buscar venganza contra sus críticos”.
Wayne Grudem, que finalmente abogó a favor del voto por Trump, escribió en octubre,

“No hay un candidato presidencial moralmente bueno en esta elección. Previamente llamé a Donald Trump “un buen candidato con defectos” y un “candidato defectuoso”, pero ahora me arrepiento de no condenar su carácter moral con mayor fuerza. No puedo elogiar el carácter moral de Trump, y le exhorto encarecidamente a retirarse de las elecciones”.

Luego, en palabras que son casi increíbles para un candidato presidencial, el New York Times publicó una transcripción del comportamiento de Trump en 2005 hacia las mujeres (el impacto de sus palabras podría perder de vistas si uno no ha leído lo que dijo exactamente). Nótalo bien: Trump, hasta donde sé, no ha renunciado a estos comportamientos como malos, sino que desvió el tema hablando solamente del “lenguaje”, llamándolo “vocabulario de vestidores”. Sin embargo, el problema principal no fueron sus palabras, sino sus acciones inmorales declaradas por medio de sus palabras.

¿Qué es el liderazgo?

Según mi entendimiento del rol de liderazgo en un cargo público alto, estos actos de inmoralidad impenitentes y presumidos descalifican a una persona para el cargo. Estas son las razones.

  • Un líder debe guiar. Esto significa que debe marcar el paso, definir el camino, modelar la visión, e inspirar la imitación. Él debe ser aquello que llama a los demás a ser. Esto es lo que significa liderar. Donald Trump no personifica lo que deseamos que sean los ciudadanos americanos. En maneras significativas, es todo lo contrario.
  • Un líder debe ser confiable. Investir a alguien con liderazgo es un acto de confianza. Pero Donald Trump trata el lenguaje —un medio para la verdad— como cera para moldear y torcer para crear el resultado deseado, ya sea que corresponda a la verdad o no. Pero donde la verdad se trata de esta manera tan indiferente o se desprecia, los cimientos de la justicia se están derrumbando. No hay recursos para los pobres si los poderosos dicen que la verdad es lo que ellos dicen que es.
  • Un líder debe ser un buen ejemplo para nuestro jóvenes en materia de carácter, civilidad, y moral. Pocos padres le dirían a sus jóvenes: Esfuérzate por ser como Donald Trump. Esto es una gran tristeza.
  • Un líder no debe ser un modelo del éxito de la conducta inmoral, para seguir desestigmatizando y normalizando la maldad, la cual, si prolifera, traerá descrédito y ruina a nuestra nación. Recompensar la conducta inmoral de Donald Trump con la presidencia hace justamente eso: le dice a nuestros hijos y al mundo que estas perversidades no son algo tan malo, y pueden ser abrazadas sin consecuencias negativas significativas.
  • Un líder debe ser conocido por las virtudes que hacen de la república una forma de gobierno posible. Prácticamente todos los padres fundadores de Estados Unidos estuvieron de acuerdo en que sin un pueblo virtuoso, el dominio de la ley y un autogobierno representativo no sobreviviría. El carácter de Donald Trump no es lo que tenían en mente por “virtud”. Es, de formas significativas, lo opuesto, y así su ejemplo contribuye en la socavación de la república.

Los cristianos no necesitan un gobierno competente

Ya que considero estas marcas como marcas que califican a alguien en el cargo público, considero que Donald Trump es incompetente para la presidencia.

Pero hoy, él se ha convertido en presidente.

Desde un punto de vista cristiano, esto no sorprende. La fe cristiana nació y ha florecido bajo regímenes menos competentes para liderar que Donald Trump. El sanguinario Herodes (Mateo 2:16) y Nerón, el asesino de cristianos (Tacitus, Annals XV.44), no frustraron la proliferación de la fe cuyo Rey y poder y carácter no son de este mundo (Juan 18:36). El movimiento que Jesucristo desató en el mundo, cuando murió y resucitó, no depende de gobierno humano competente para su existencia o poder.

La unión entre la iglesia cristiana y el régimen político no es esencial para la vida y los frutos de la fe cristiana. Al contrario, comúnmente se ha probado que esa unión corrompe el espíritu esencial de Cristo, quien típicamente utiliza lo frágil del mundo para avergonzar al fuerte (1 Corintios 1:27), y cuyas armas salvadoras no consisten en monopolios de medios, riquezas, o leyes civiles.

Los seguidores de Cristo no son primeramente estadounidenses. Nuestra principal lealtad es a Jesús y después a la inspirada Palabra de Dios, la Biblia. Esta es nuestra carta magna, no la Constitución de los Estados Unidos.

Entonces, ¿cómo viviremos bajo este presidente?

  • 1. Oremos que Dios otorgue el don del arrepentimiento (1 Timoteo 2:25; Hechos 11:18) y fe salvífica (Romanos 10:1; Filipenses 1:29; Efesios 2:8) a Donald Trump y a todos los que están en autoridad.
  • 2. Hasta que Dios responda esa oración, reconozcamos que Dios reina providencialmente sobre los reyes impenitentes de la tierra (Daniel 2:37-38, 4:35; Salmos 47:9, 135:6). “Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; Él lo dirige donde le place” (Proverbios 21:1). Por tanto, Dios puede limitar el orgullo y necedad de líderes seculares (Génesis 20:6). Tal como con el rey babilonio Nabucodonosor (Jeremías 25:9), y Ciro el Persa, Dios hace que los gobernantes de la tierra “cumplan todos [sus] deseos” (Isaías 44:28).
  • 3. Por consiguiente, continuemos orando “por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:2-4).
  • 4. Y mientras oramos, reconozcamos que, aun en líderes inconversos que no pueden hacer las obras de la fe que agradan a Dios, hay una posibilidad de promover “buena” conducta que es “buena” en el sentido de tener la forma externa de lo que haría una confianza genuina en Jesús.
  • Por supuesto, “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6), y “todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:23), porque cuando la conducta humana no está enraizada en Dios, es parte de la misma rebelión que trae ruina al mundo. Sin embargo, el apóstol Pedro enseña que aun los reyes inconversos son enviados por Dios “para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien” (1 Pedro 2:14). Así que, aunque este “bien” no procede de fe, y por tanto no agrada a Dios como fruto de fe, tiene la forma de la conducta que vendría por la fe.
  • 5. Por tanto, aunque no es la principal preocupación de la iglesia cristiana, y puede que no lleve a salvación y vida eterna, oremos y laboremos también por este “bien” menor, como también por el bien máximo de la fe en Jesucristo y el amor por las personas que glorifica a nuestro Padre en los cielos (1 Pedro 2:12), quien “nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
  • 6. Por encima de todo, que le entreguemos a todo el mundo, a cualquier precio, “el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo”, y, si Dios quiere, reunamos a más y más personas, de cada etnia y de cada clase, en iglesias sanas, santas, humildes y fieles a la Palabra.

    Que podamos adorar juntos en hermosa diversidad y armonía, con reverencia y asombro (Hebreos 12:28) al único y verdadero Dios trino. Y que nos amemos unos a otros “entrañablemente y de corazón puro” (1 Pedro 1:22), y nos mantengamos “sin mancha del mundo” (Santiago 1:27), para que la iglesia sea la hermosa alternativa a “la corrupción que hay en el mundo” (2 Pedro 1:4).

  • 7. Y laboremos con toda nuestra fuerza (1 Corintios 15:10) y con un gozo sobreabundante (2 Corintios 8:2) para llevar las mejores noticias a las naciones del mundo, que no tienen acceso a la verdad salvadora de que Jesucristo vino al mundo a salvar pecadores de la muerte eterna (1 Timoteo 1:15) y darles un gozo eterno con Dios (1 Pedro 3:18; Salmos 16:11).

No gastemos toda nuestra energía quejándonos por la presidencia de Trump. Hay naciones cuyos privilegios de prosperidad y posibilidad son profundamente inferiores a los nuestros. Habiendo sido tan amados por Dios al recibir el evangelio, somos deudores a ellos (Romanos 1:14). No pensemos en la pequeña montaña de tierra de las desventajas morales y sociales de la presidencia de Trump. Pensemos en el Himalaya de bendiciones que tenemos en Cristo. Que esto encienda nuestros huesos para lo más importante: la salvación del mundo.

Escrito por ​John Piper
​John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.
 
Fuente: https://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/como-vivir-bajo-un-presidente-incompetente

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