Ensayos en tablas de surf

Mi fascinación con tablas de surf se remonta a un largo camino. En 1937, cuando mi abuelo tenía sólo 10 años de edad, el y mi bisabuelo construyeron una tabla de surf, con madera de caoba, de una altura de 12 pies. Con un peso de más de 45 Kilos y fuera de moda siguiendo un patrón de mi bisabuelo, obtenido de la revista Popular Mechanics.

Esa misma tabla fue con la que mis abuelos, se enamoraron. Esta fue la tabla que dejo fuera de la competición a mi abuela, cuando cayó sobre ella, hace ya unas décadas. Esta es la tabla que mi abuela quería convertir en mesa de café, hasta que mi padre la convenció para que no lo hiciese

La tabla de mi abuelo era a rieles cuadrados y sin aletas, es casi imposible montarla. Junto a mi hermano la llevamos a casa cuando yo tenia 16 años. Se podía sentir que la tabla estaba tan fuera de lugar, como si tomara un dinosaurio para surfear. Junto a mi hermano nos asombrábamos, de lo obsoleta que era  esta maravillosa tabla hecha de madera, a tal punto que no tenia lugar en la linea moderna de las tablas de surf.

Pienso en el polvo que esta en el suelo en la entrada de casa, de hace más de 70 años y algo se mueve dentro de mí. Hay un vinculo  de algo perdido. O quizás  una conexión más profunda con mi padre y de su padre y a sus vez de su padre. Me encanta ver la veta de la madera contra el fondo azul del Pacífico. Me encanta pensar que tal vez mi bisabuelo sentía lo mismo.

Me pregunto sí mi bisabuelo podría reconocer una tabla de surf moderno. De espuma, fibra de vidrio, las aletas de la tabla de surf, del siglo 21 son una maravilla afinada, que ha llevado a surfear a nuevas alturas. Así que con temblor veo las tablas modernas en mi garaje, como un poco irónico, que todo lo que monte en este verano fueron en tablas de madera tosca hecha con mis propias manos. Tengo que reírme de mí mismo, cuando pienso sobre esto:  que un novato tenga, un patio trasero cubierto de aserrín, con una sierra de calar, una lijadora de banda, y un poco de pegamento de madera. Para poder llamar a estas primitivas tablas de surf «tablas hechas por mis propias manos». Mis tablas son tan rudimentarias que el capitán Cook probablemente encuentre mejores versiones de estas cosas, de regreso a 1778 cuando por primera vez puso sus ojos en Hawaii.

Cuando estoy por cortar un bloque de madera, afeito mis frustraciones y preocupaciones de la vida. Por lo menos, la tablas que he hecho han sido  económica: La madera para las seis tablas que he hecho me ha costado menos que un pequeña tabla estándar. Cada tabla tiene su propio encanto y defectos (sobre todo si me mira muy de cerca las fallas), pero cada tabla ha sido una alegría para construir y probar. He experimentado con diferentes tipos de maderas: balsa, pino y secoya. Incluso tengo una tabla de madera paulownia en el garaje lista para surfear para la próxima vez que llegue a casa.

A pesar de que crecí con la tabla de mi abuelo, mi amigo Andy me convenció para intentar hacer una yo mismo. He conocido a Andy desde la secundaria, y él siempre ha sido como un alma vieja. En vez de tratar de encajar con las grupos de amigos en la escuela secundaria y tratando de estar a la moda, Andy dedico su tiempo a pasarla con personas viejas. Navegar con ellos, hablar de historia con ellos. Estas  personas viejas resultaron  ser los formadores de la legendaria tabla de surf, los músicos y creadores de guitarras. Resulta ser que su tiempo, fue bien invertido. Las habilidades y las historias que Andy fue aprendiendo en el pasado lo han llevado a convertirse en uno de los luthiers más prometedores del futuro.

Al igual que Andy, creo que mi fascinación por estas tablas de madera va más allá de simplemente probar algo nuevo. Mi bisabuelo era de mi edad cuando construyó el remo a bordo. Quizás estoy en la búsqueda de un pedazo de la historia que fue lanzado lejos por accidente, enterrado allí en el aserrín de la madera.

Mi entusiasmo por estas tablas no ha ido desapareciendo. La única cosa que está empezando a deteriorarse  con el tiempo es la propia madera. Mi tabla favorita (pino secoya) está empezando a inundarse. Le pregunté a Andy si podría ponerla debajo de la arena ,  para secarla, y luego sellarla bien? (asi la arreglaba). El me respondió: «No, Simplemente hazte una nueva.  Quizás a esta tabla podrías ponerla  en la pared, para los nietos, o bisnietos. O ¿Por qué no haces una hermosas mesas de café?.»

Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.

Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.

Mateo 9.16-17

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