Mi Esposa tiene Tatuajes: Historia de un Nuevo Nacimiento

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Recién estoy cumpliendo un año de casado, y no me casé con la chica de mis sueños.

Si me hubieras dicho cuando era un adolescente que mi esposa tendría siete tatuajes, un pasado con las drogas, el alcohol y los conciertos de heavy metal, me habría reído de ti, te habría dado uno de mis libros acerca del noviazgo, y te hubiera dicho que te fueras a volar. Mis planes eran muy diferentes, con matices de una planificación cuidadosa, pulcritud, y más…, bueno, enfocada en mí.

No era mi sueño casarme con una chica complicada. Nunca soñé que me sentaría con mi futura esposa en la consejería prematrimonial escuchándola llorar y contar historias de noches de borrachera, haciendo una lista de las drogas que usó, y confesando errores cometidos en relaciones pasadas.

Este no es mi sueño: es algo mejor.

Muchas personas no nos pondrían a Taylor y a mí juntos. En la escuela secundaria, probablemente no habríamos sido amigos. Probablemente ella habría pensado que yo era un chico cristiano agradable, aburrido, y prejuicioso; yo probablemente habría pensado que ella era una chica agradable pero perdida, a la que le gustaban las fiestas y a quien los chicos como yo se suponía que debíamos evitar. Las personas como nosotros, con nuestros orígenes e historias, no se supone que se conozcan, que se enamoren, y que hagan un pacto de por vida juntos.

Pero todo cambia cuando la gente se encuentra con Jesús. Él toma adolescentes fiesteros y rebeldes y “santitos” educados en casa y los une en matrimonio para mostrar algo mucho más grande que sus propias historias de amor cuidadosamente planificadas.

Justo en medio del desastre de su vida, Taylor conoció a Jesús, y Él la conquistó. Ella creyó en él, y Él la transformó. La Taylor que pasó su vida viviendo de un placer a otro murió, y una nueva persona nació; una nueva persona con nuevos deseos y un nuevo corazón que anhela agradar a Dios, servir a la gente, y que considera que su tesoro es Jesucristo por encima de cualquier otro placer.

Y así es como yo veo a Taylor. Ella es completamente nueva, fue completamente transformada, y ha sido limpiada por completo. Y no es porque se unió a un programa de ayuda o porque realmente “hizo un esfuerzo”. Es porque Dios, en su increíble e infinita bondad, tomó la vida oscura y carmesí de Taylor y la hizo blanca como la nieve. Él tomó todos sus pecados, los colocó sobre su Hijo, y luego le dio la justicia de su Jesús para que la llevara como un vestido de novia perfectamente blanco.

En realidad, la historia de Taylor es mi historia también. Mientras ella caminaba hacia mí en nuestra boda, recordé lo mucho que no merezco el precioso regalo que ella es para mí. He pasado gran parte de mi vida cantando un canto de sirena egocéntrico. No merezco bendiciones; por el contrario, mi vida merece maldiciones eternas. Sin embargo, Dios me ha vestido de blanco, puso mi pecado sobre su Hijo, y me ha dado un corazón que lo ama.

Amo a Taylor con todo lo que soy. Ella es gentil, amable, paciente, alegre, hermosa y amorosa. No merezco estar casado con alguien como ella. No planeé esto, pero estoy muy contento de no haber conseguido lo que planeé.

En mi boda recordé la hermosa realidad de que Dios intercambia el pecado de nuestro pasado por la perfecta justicia de su Hijo. A diferencia de la opinión popular, nuestro día de bodas no fue nuestro día de bodas: fue una muestra de la realidad más impresionante en el universo, que Dios envió a su Hijo para redimir a unas personas hechas limpias por la sangre de su Hijo.

En última instancia, el plan de Dios al ponernos a Taylor y a mí juntos es mostrar únicamente su gracia para que otras personas le alaben (Ef. 1:5-6). Ese es su propósito para nuestro matrimonio, y ese es su propósito en el mundo en general. Taylor y yo hemos participado en mostrar eso, y esperamos que ustedes también lo harán.


Escrito por Spencer Harmon
Spencer Vive en Louisville, Kentucky, con su esposa, Taylor. Trabaja en la vida estudiantil en Boyce College y sirve como diácono en la Iglesia Bautista Emanuel.
Fuente: http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/mi-esposa-tiene-tatuajes-el-matrimonio-y-el-nuevo-nacimiento


Comentarios

1 Comment

  1. sara dice:

    Me he sentido muy identificada con esta historia, nunca falte a la iglesia, y tampoco hubiera pensado que hoy estaría casada con una persona con 11 tatuajes que marcan parte de su pasado, la realidad es que en el puedo ver el gran poder de papá Dios, y cuanto me ama que me ha dado esta nueva persona maravillosa, y me hace ver cuanto falta a mi corazón para agradar por completo a Jesús, que soy afortunada de haberlo conocido antes pero que eso no me hace mejor persona,sino consciente de que hay muchas cosas que debería haber hecho,por ejemplo ver que las personas así pueden cambiar y que puedo llevar el mensaje que esta en mi mano para aquellos que lo nesesitan… Dios es asombroso y en sus manos todo es perfecto…que Dios les bendiga.

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