¿Ser Introvertido es una Excusa para no Evangelizar?

 
Estoy aprendiendo a aceptar la tensión que me produce respetar mis propias necesidades mientras a la vez aprendo a valorar las necesidades de mis vecinos. Entretanto sé que es magnífico ver a nuestra cultura entender mejor las características y fortalezas de los introvertidos, necesito recordar que ser una introvertida no es una excusa para desobedecer la comisión de amar a mis vecinos y sacrificarme por ellos.

Como introvertida, yo saboreo cada momento de tranquilidad que puedo exprimir de mis días llenos por dos personitas muy chicas (mis hijos). Cuando escuché a varios jugando eso de: “Si estuvieras en una isla desierta, ¿qué necesitarías para sobrevivir?” Yo en desacuerdo con eso más bien jugaría: “Espera, ¿dónde queda ese lugar y cómo puedo hacer mis reservaciones?” La soledad es mi manera de recargarme.

Si bien es cierto que no tiene nada de pecaminoso el necesitar separarse de la gente para poder descansar, mi personalidad introvertida tiene tendencia a ciertas tentaciones cuando del mandato Bíblico de amar a mis vecinos se trata. Muchas veces me enfrenté a esas tentaciones cuando trataba de orar por, conocerlos y amar a mis vecinos de verdad.

Mientras puede que esas tentaciones no se apliquen a todos los introvertidos, quiero compartir tres con las que yo personalmente lucho.

La tentación de acaparar mi tiempo en lugar de estar dispuesta a sacrificarlo por otros.

Yo me amargo rápidamente cuando alguien me pide más tiempo del que yo quisiera darles. Aún si mi tiempo de descanso es más importante que aquello para lo que me están pidiendo tiempo, siento la tentación de poner excusas del por qué no puedo unirme o ir, en lugar de explicarles honestamente que yo necesito descansar.

Mi vecina tal vez no me hubiese respondido al llamado de su puerta más temprano, pero ahora estaba parada frente a mí, justo este minuto, ofreciéndome una invitación para pasar un rato juntas. Es verdad que me gustaría pasar tiempo de calidad con ella, pero la invitación no me pareció conveniente; sentí que ella se estaba entrometiendo en mi sagrada hora de paz sobre la tierra.

La tentación de evitar a otros por temor de parecerles extraña.

Ser introvertida no quiere decir que siempre estoy actuando de manera rara alrededor de la gente, pero una vez, yo literalmente desvié el coche de mi bebé a la dirección opuesta de unos vecinos que hubiesen podido usar mis cables auxiliares de batería para arrancar su auto. Mientras parte de mí se pregunta si el pastor y el Levita en la parábola del Buen Samaritano fueron solo personas introvertidas que sintieron un poco de miedo de decir el primer “hola”, la otra parte de mi sabe que las necesidades de mis vecinos deben venir antes de lo cómoda que yo me pueda sentir por darles una ayuda.

Yo sé que es normal que yo me sienta incómoda en nuevos grupos y alrededor de gente que no conozco. Yo se que el cuerpo de creyentes necesita todo tipo de personas y que el mandamiento número 11 no es “Debes ser mas sociable, dice el Señor”. Pero el hecho de que mi personalidad introvertida me impida dar una mano, una ayuda porque requiere interacción humana, es una falla grande.

Ese es el asunto acerca del mandamiento de “Amar a tu vecino..” Esas situaciones no son acerca de mi y mis temores; son acerca de mis vecinos y sus necesidades. En especial porque en esa situación específica, yo tenía los cables auxiliares que mi vecino necesitaba. Pero escogí el camino cómodo. O peor aún, escogí la acera que nos llevó rápidamente en la dirección contraria. Escogí dejar que mis temores e incomodidad ganaran. Escogí no ayudar.

La tentación de no proclamar valientemente el Evangelio en persona cuando tengo la oportunidad.

Como el apóstol Pablo en Filipenses 3, yo me puedo jactar en haber nacido entre cristianos. Sin embargo, hablarle abiertamente a las personas acerca de Jesús es algo que no se me hace naturalmente fácil, más que todo porque temo cómo la gente pueda reaccionar ante mi falta de carisma para hablar.

Porque aunque he recibido una educación cristiana y doctrina en mi vida, he digerido Escritura y teología en clases y he regurgitado en los exámenes, no soy la chica del afiche por compartir mi fe.

Generalmente porque en las raras ocasiones en que las oportunidades se presentan para comenzar una conversación que incluya a Jesús, o para agregar a Jesús a la conversación, me congelo. ¿Tú sabes, como cuando se supone que debes escoger entre pelear o huir en situaciones de estrés? Hay definitivamente una tercera categoría poco conocida – congelarse- la cual es mi opción. Me congelo y pienso cosas como: “¿Qué tal si les hablo de Jesús y ellos piensan que soy una gran idiota?” o “¿Qué tal si digo algo acerca de Jesús que los pueda ofender?” El tema es la vergüenza realmente. Es algo como “¿Qué tal si me siento avergonzada porque ellos no reaccionan amablemente a lo que yo les estoy diciendo?”

Escrito por Kendra Broekhuis
Tomado de yesHEis Australia. Este post fue originalmente publicado por Kendra Broekhuis en la revista RELEVANT.
 
Fuente: https://es.yesheis.com/es/blog/ser-introvertido-es-una-excusa-para-no-evangelizar

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