En la mente de Dios

En-la-mente-de-Dios---Por-Juan-Algaba

“Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. !!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”

Romanos 11:29-36

«¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le fuese recompensado?»

Parece un título atrevido, querer estar en la mente de Dios. Realmente esto parece algo imposible, pues Él es tan grande, tan y tan sublime, Él creó y engendró la inteligencia (Prov. 8:22-26), Él es perfecto. ¿Se le puede enseñar algo al Creador? ¿Entonces? ¿Podemos estar en la mente de Dios? Mi respuesta es sí, pero puede que no como te piensas.

Podemos estar y de hecho, estamos en la mente de Dios. Él piensa en ti y en mí cada segundo, no descansa de pensar en nosotros (Is. 62:6), en Su gran creación. Ahora lo entiendes, ¿verdad? Estamos en Su mente porque Él quiso amarnos, crearnos y darnos vida, sentido y un propósito. Por eso decidió enviar a Su Hijo, para demostrar qué tan profundo estamos en Su mente y ejemplificar Su puro amor para cada hombre y mujer. De hecho, ese ejemplo de amor, la cruz, tiene dos propósitos, el primero es el que hemos mencionado, demostrar Su amor, y el segundo no es otro, sino que con este amor reconciliar una relación que se había perdido y rescatar así a la humanidad. Por lo tanto esta es la mente de Dios.

«Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.»

Es porque Él piensa en el ser humano con tanta pasión, que le capacita con dones, talentos, habilidades y además, un llamado, una dirección, un propósito de vida. Y lo mejor de todo, que es irrevocable, es decir, que esto no se puede anular ni esconder.

Todos sabemos hacer algo que otras personas quizás no. Todos destacamos en algo… eso puede ser un don o talento. Un regalo de Dios para ti.

No hay cosa peor que menospreciar un regalo que alguien te lo dio con toda su mejor intención, cariño y amor. Y eso ocurre cuando no estamos enfocando en la dirección correcta nuestros talentos y habilidades y nuestro don. Fíjate que son irrevocables, es cierto, pero hay un llamamiento (propósito, sentido, dirección, destino…) para tu vida y para esos regalos que tampoco se puede anular. A mí nunca se me pasaría por la cabeza sumergir mi coche en el mar e intentar pasearme por las profundidades a modo de submarino. Yo sé que mi coche no fue diseñado para eso. Él no está hecho para el agua, ni para el aire, no puede volar, está hecho para ser conducido por tierra, en la carretera. Del mismo modo, tus dones y talentos tienen un propósito. Procura encontrar el propósito directo de Dios para ti mientras desarrollas el potencial que el Divino Creador dejó en ti.

«Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia… para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia… para tener misericordia de todos.»

Este texto apunta a los creyentes recordándolos cuál era su situación antes de creer, conocer y vivir a Dios. Menciona la misma cantidad de veces, misericordia y desobediencia. Realmente no se puede tener misericordia hacia alguien próspero, que hace las cosas bien, etc… Pues misericordia es amor (cordia, corazón) al mísero. Nuestra desobediencia a Dios, nos hace miserables. Y es igual de desobediente el que no cree porque nadie le presentó a Jesús, el Salvador; como el que aún escuchando acerca de Él no quiere creer; como el que creyendo y conociéndole no usa sus dones y talentos para alcanzar el llamado de Dios. Por eso el Espíritu Santo (Dios), inspirando a Pablo a escribir esta porción, incluye a toda la humanidad en el mismo «saco», pues para Dios todos somos exactamente iguales. Y ama y tiene misericordia de todos por igual. De los que le creen como de los que no. Acuérdate, tú que crees, que una vez estabas del otro lado.

Por lo tanto, el deseo incansable de Dios es que todos, sin excepción comprueben el infinito amor, la inmensa gracia y misericordia de Jesús, nuestro Señor en ellos mismos. Para eso, nos dio dones y llamado irrevocable, para hacer realidad Su sueño, Su pensamiento. Esto es evangelio. Estas son las buenas noticias. Esta es la mente de Dios.

Ahora solo nos queda unas preguntas ¿dedicarás tu vida a que otros alcancen la misericordia de Dios? Y ¿quieres estar en la mente de Dios?

«Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.»


Fuente: http://protestantedigital.com/xtremojoven/34375/mente_Dios

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