Las siete etapas del noviazgo

Las-siete-etapas-del-noviazgo---Por-Nancy-L.-Van-Pelt

 
Guillermo y Nina se conocieron en la iglesia. Luego salieron para comer algo. «Hablamos por horas», dice Nina. «Nunca había conocido antes a alguien con quien pudiera entenderme tan bien y tan rápido. Esa primera noche lo conocí mejor que a todos los otros muchachos con quienes había estado saliendo. Le conté cosas de mí que nunca había compartido con nadie. Salimos todas las noches de esa semana y entonces Guillermo me hizo una propuesta matrimonial. Yo estaba de acuerdo y acepté».

Guillermo también recuerda esa primera semana: «Nina era la chica más inteligente y hermosa que alguna vez haya conocido. Me costaba sacarle los ojos de encima. Quería tocarla y retenerla. Ella tenía una fuerte atracción sexual. Nos vimos todos los días. Yo estaba hechizado. Nunca amé a nadie de la manera que la amé. Sabía que era así. Teníamos que casarnos».

Guillermo y Nina se casaron un mes después de haberse conocido. Cuatro meses después se separaron e iniciaron los trámites de divorcio.

Dos buenas personas, honestas en sus sentimientos del uno hacia el otro, se casaron para descubrir que su matrimonio estaba roto y sus esperanzas derrumbadas. ¿Cuál había sido el error? Sencillamente, no se conocían suficientemente. Fueron víctimas de un noviazgo trágico.

Mira antes de saltar

La más grande tragedia de un noviazgo es contraer enlace antes de haber superado la onda de sentimientos al rojo vivo, para encontrarse más tarde que uno está casado con una persona totalmente incompatible. La sociedad le pone como etiqueta a esta experiencia: «Matrimonio fracasado», cuando en realidad lo que ha fracasado es el noviazgo.

Más de un millón de divorcios se registran por año en los Estados Unidos solamente. La mayoría de estas parejas se casaron dentro de los primeros siete meses de haberse conocido. La duración promedio de estos matrimonios es de siete años y alrededor de la mitad de los casos se desintegraron dentro de los primeros tres años. Todas estas parejas se presentaron ante el altar con los ojos brillantes de alegría, prometiéndose amor y fidelidad eternas y jamás imaginaron que estaban cometiendo la más grande equivocación de sus vidas. ¿Qué pasó con esas charlas plenas de refulgentes estrellas en los ojos, tiernas promesas, miradas prolongadas, abrazos estrechos, besos apasionados y los susurros de amor?

Las palpitantes emociones no dan lugar al buen sentido y la gente se apresura a tomar compromisos que puede lamentar en los años venideros. No existe tal cosa como el amor instantáneo. Las relaciones fuertes y duraderas se establecen sobre extensos períodos de tiempo cuando «tratando de conocerte» es el tema mayor. Es por esto que hago énfasis en bajar la velocidad y mirar cuidadosamente antes de saltar.

Etapas del noviazgo

El noviazgo se desarrolla a través de siete etapas. Cada una tiene su función y propósito al establecer la base para la relación. Si se abrevia o elimina cualquier etapa, se produce un vacío de desarrollo en la relación y ello acarreará problemas.

Etapa 1: Amistad.
Durante la amistad cada uno trata de conocer al otro mientras participa de actividades no románticas, sociales, recreativas, espirituales e intelectuales. La mayoría de dichas actividades son de orientación de grupo, opuestas a las orientadas hacia la pareja. Esta etapa es más informal y menos emotiva que las etapas finales del noviazgo, pues no existen matices románticos o sexuales.

La amistad es menos tensionante que el noviazgo, porque la amistad no es noviazgo y no hay necesidad de representar papeles. Con frecuencia los amigos son más honestos entre sí que los novios y esto es posible porque los amigos llegan a ser emotivamente más profundos que los novios.

Llegar a ser amigos antes de involucrarse románticamente tiene mucho sentido. Si tú te enamoras demasiado rápido y la relación no funciona, muy difícilmente volverás a ser amigo otra vez. Si tú te tomas el tiempo para conocer a alguien a nivel de amistad primero y dejas que el amor crezca lenta y gradualmente, estarás más próximo a tener un amigo o amiga para toda la vida sea que te cases o no con esa persona. Más aún, los idilios que brillan instantáneamente, habitualmente se consumen así de rápido. Y es muy posible que seas juzgado o juzgada por cualidades superficiales como tu apariencia o tu estructura física antes que por tu carácter.

Es más difícil mantener una buena amistad que ser novios. Lo más fácil de hacer cuando encuentras a alguien que te resulta atractivo o atractiva es subir a altas revoluciones dándole todo lo que tiene para disparar. Es infinitamente más difícil sacar el pie del acelerador y moverse lentamente cuando no hay curvas, desvíos o rutas cerradas a la vista. Pero eligiendo ir rápido la ruta fácil raramente desarrolla una relación duradera debido a que cuando surgen los conflictos la tendencia es tomar la salida más fácil, que es salirse de la ruta.

Etapa 2: Citas casuales.
Dos amigos se separan del grupo para compartir actividades que ya saben que disfrutan juntos. Como el grado de integración emocional entre ellos es bajo, ambos tienen libertad de salir con otros. No se consideran a sí mismos enamorados. Los momentos placenteros son compartidos junto con una amistad que puede prometer algo para el futuro.

Una pareja debería mantenerse en la amistad y la cita incidental por seis o doce meses. Este es el tiempo que se toman para conocer sus gustos, lo que no les agrada, el origen de los hábitos y conductas. Si lo que ellos aprendieron en este ritmo sin apuro se corresponde con lo que están buscando podrán entrar lentamente dentro de la tercera etapa. Es posible mantener la amistad por meses y hasta años sin estar románticamente involucrados.

Etapa 3: Relación especial.
Esta es una etapa intermedia. Hay un creciente afecto entre los componentes de la pareja, pero todavía no han alcanzado e] grado de dedicación que requiere una relación más firme. Están dedicando más tiempo juntos pero no están participando aún de una relación más afianzada.

Etapa 4: Relación firme. En esta etapa hay un entendimiento entre ambos por el que no saldrán con otros. Cada uno ve al otro más a menudo que en la relación incidental o casual. Por primera vez tienen lugar las palabras dedicación y exclusivo. La relación más sostenida provee una oportunidad de observarse el uno al otro con más cuidado aunque sin compromiso de matrimonio. Esta etapa prueba también la relación con mucho más cuidado. Revela si las dos personas involucradas son capaces de mantenerse dedicadas a la misma relación, un hecho vital que debe conocerse antes de considerar el matrimonio.

En esta etapa los componentes de una pareja pueden pensar que están enamorados cuando todavía pueden no tener esa certeza. Pero existe la oportunidad para ellos de desarrollar confianza y seguridad en una persona del sexo opuesto sobre un período extenso de tiempo. Durante esta etapa pueden observarse muchos rasgos de la personalidad: sentido del humor, capacidad de escuchar, modales, espiritualidad y madurez, manejo de diferentes opiniones y habilidad para comunicarse.

La relación estable ofrece un serio período de prueba durante el cual una pareja puede tomar decisiones inteligentes sobre su compatibilidad. Esto también implica un aumento de los sentimientos de amor mientras la pareja dedica más tiempo a estar a solas. Las urgencias sexuales pueden explotar latiendo a un alto nivel continuamente. La sexualidad ahora podrá confundir las emociones y complicar el proceso de separar la infatuación del amor real. Una relación afianzada convoca al renunciamiento, la paciencia y la disciplina, rasgos que toman un largo trecho en la construcción de una relación duradera. Esto forma un puente natural para el compromiso o la instancia previa al mismo.

Etapa 5: Precompromiso.
El precompromiso es la etapa en la cual una pareja comienza a discutir la posibilidad de casarse. Hablan de casarse «algún día». Algún día: cuando terminemos de estudiar, cuando consiga un mejor puesto, cuando lo podamos pagar, cuando las circunstancias sean favorables o lo permitan. Todas las conversaciones son tentativas, pero la pareja está más segura de que están hechos el uno para el otro. Su comprensión es privada y personal en lugar de ser terminal o dependiente.

Durante esta etapa una pareja puede echar una mirada en profundidad a sus estilos de vida o personalidades, para saber si son lo suficientemente compatibles como para casarse. Mucho de lo que se acostumbraba discutir únicamente durante el compromiso formal se abre aquí para ser escudriñado. Esa manera de encarar el asunto torna el compromiso más significativo, así como reduce el número de compromisos quebrantados o rotos.

Etapa 6: Compromiso formal.
El compromiso formal sigue al del «algún día» de la etapa previa. Este trae un profundo sentido de dedicación y pertenencia que no había en el precompromiso. Hay unas cuantas cosas que separan el compromiso formal del precompromiso. Un compromiso formal sirve como anuncio público a la familia y los amigos que una pareja tiene la intención de casarse. Ello ofrece una oportunidad de ajustarse al hecho de que se formará pronto una nueva familia, y un nuevo miembro se unirá a la familia grande. El anuncio público también refuerza la dedicación. Cuanto más gente sabe del compromiso, tanto más seguro es que la pareja siga junta hasta el casamiento, al punto de que un compromiso secreto no es un verdadero compromiso.

Segundo, el futuro consorte presenta a su futura esposa un regalo que solemniza la celebración del compromiso. Este regalo es un símbolo del cometido del uno para el otro y afirma la dedicación mutua de la pareja.

Tercero, queda establecida una fecha de casamiento y se inician los planes para festejar los esponsales. Este es un compromiso de matrimonio. Por lo tanto, se deben trazar los planes para una boda. Un compromiso sin fecha de casamiento en perspectiva destruye el valor del compromiso.

Durante el compromiso, las expresiones de afecto se vuelven más intensas porque están en la transición entre el galanteo y el matrimonio. Debido a la urgencia de dar cumplimiento al deseo natural por una intimidad sin restricciones, los compromisos de una duración limitada de hasta seis o nueve meses resultan ideales. Si una pareja ha dedicado dos años tratando de conocerse mutuamente antes del compromiso, un período breve de compromiso es suficiente.

Esta es la última oportunidad de observar al futuro socio antes de amarrarse el uno al otro para toda la vida. Este es el momento de sacar a luz cualquier diferencia sin resolver o revelar cualquier secreto escondido, revisando y volviendo a revisar cada evaluación.

Un compromiso no es un contrato sellado para siempre que fija el destino de una pareja. Es posible que una pareja pueda decidir no casarse después de todo. Este es un fenómeno muy duro y poco comentado. Del 40 al 50 por ciento de los compromisos se rompen. A pesar de lo difícil que resulta ser, todavía un compromiso roto es mejor que un matrimonio roto.

La tarea más importante a ser lograda durante el compromiso no es planear la boda, sino el apoyo y asesoramiento prematrimonial con un pastor calificado o un profesional especializado. Cada pareja debería tener un mínimo de seis sesiones de ese tipo antes de casarse.

Etapa 7: Matrimonio.
El matrimonio se diferencia de las etapas anteriores en que es la última y se vincula con los procedimientos legales y los juzgados necesarios para disolver la relación por medio del divorcio. Tiene que ser la continuación de la fase romántica de cortejo, caracterizada por afectividad, respeto, cortesía y diversión. Todo junto.

Poniendo el carruaje delante del caballo

Desafortunadamente, las parejas frecuentemente atraviesan estas etapas fuera de secuencia. Tan ansiosas están por encontrar el amor, que saltean los preliminares y se zambullen en el romance. Pero todo el componente romántico no produce necesariamente amor duradero si no se ha establecido primero una amistad duradera.

La mayoría de las parejas tiene la tendencia a actuar con prisa y casarse demasiado rápidamente. Toda pareja debe salir junta por dos años antes del compromiso. Idealmente, deberá dedicarse un año para la primera, segunda y tercera etapas, a fin de que lenta y cuidadosamente se nutra primero la amistad.

Para ganar el amor y el respeto de su compañero o compañera, muchos muestran sólo su lado mejor y tratan de ocultar sus faltas y errores. Creen que si la otra persona se entera de sus equivocaciones y fallas o idiosincracia serán menos amados. De manera que juegan un papel y actúan por un tiempo como si esas faltas no fueran parte de sí mismos, dejando ver a sus amados sólo lo mejor de sí. Tal comportamiento no es nada más que una máscara.

Pero no muchos pueden enmascarar sus tendencias negativas por todo un año con éxito. Sólo muy ocasionalmente tal juego llega más allá. Por lo tanto, cuando una pareja se precipita al casamiento, sus componentes no se permiten tomar el tiempo suficiente para que esa máscara se caiga. Están casándose con alguien que es virtualmente un extranjero, alguien que podrá volverse muy extraño, mucho más de lo que alguna vez hubieran deseado saber. La rápida aceleración de las relaciones es tan excitante que los sentimientos románticos se mantienen vivos aún cuando se están marchitando. Mientras la euforia se intensifica, la emoción de ser una pareja y hacer cosas agradables juntos no les permite ver la realidad. Casándose apresuradamente sin tomar suficiente tiempo de conocer a la otra persona, es saltar dentro de una relación basada en suposiciones; suposiciones que pueden asombrar a los componentes del matrimonio. Ciertos investigadores de la Universidad del Estado de Kansas encontraron «una fuerte correlación…entre extensión de tiempo dedicado a salir por parte de los esposos actuales y su actual satisfacción matrimonial». Los investigadores notaron que «los matrimonios que se habían estado citando por más de dos años antes del casamiento alcanzaron un nivel consistentemente alto en la satisfacción matrimonial, mientras que las parejas que se habían estado citando por períodos más breves, alcanzaron un nivel en un amplio espectro de muy alto a muy bajo».

Guillermo y Nina podrían haber salvado su matrimonio si su noviazgo hubiera incluido este esquema de los dos años. Nada llama más rápido mi atención que escuchar a una pareja hablar del matrimonio, pero que no ha salido por suficiente tiempo antes del casamiento. Están por prometerse «hasta que la muerte nos separe» y desestiman seriamente la necesidad de una fuerte relación y capacidad de comunicación necesarias para afrontar las crisis financieras, tiempos de enfermedad, y malos entendidos.

La regla de los dos años se aplica también a los que ya han estado casados previamente. Los que se vuelven a casar pueden sufrir algunos de los más grandes fiascos, pues por considerarse «experimentados» creen que pueden ahorrarse todas «esas cosas de chicos». «Después de todo», declaran, «nosotros no somos adolescentes».

Cada pareja, sin importar su edad, circunstancias o experiencia, debe tomar dos años completos para evaluar su preparación para el matrimonio. Cuando lo hacen tienen una significativa posibilidad de hacer una buena elección. El consejo más importante que doy a las parejas puede resumirse en dos palabras: «¡Tómense tiempo!»

Relaciones pausadas

Progresar demasiado rápidamente en una relación causa un par de problemas. Primero, hay una fuerte posibilidad de que la pareja no reduzca el paso lo suficientemente como para desarrollar las cualidades necesarias para mantener una relación prolongada. La capacidad de relación como comunicación, resolución de conflictos o negociación de tensiones de poder, podrían no ser probadas. Las parejas inmaduras tienden a resolver sus conflictos en el lecho, especialmente si este patrón de conducta ha sido aprendido en el pasado, y a la primera insinuación de dificultad esta es señalada como una seria amenaza.

Segundo, el desarrollar una relación con una persona del sexo opuesto es tan electrificante que es necesario extender el desarrollo de la intimidad sobre un período de tiempo para que se produzca una real profundidad. El deseo irresistible de dedicar la mayor cantidad posible de tiempo a estar juntos impulsa a la pareja hacia la intimidad física y el compromiso.

Cuando los integrantes de una pareja experimentan una fuerte atracción sexual, asumen que están enamorados y se casan sobre la base de la excitación sexual nada más. Ignoran hechos, indicativos de sus valores, objetivos y sistemas de creencias que pueden hallarse en las antípodas de cada uno. Después que se han casado, descubren que tienen muy pocos intereses en común y sus personalidades son incompatibles. Difieren en muchos aspectos de la vida, desde qué hacer un día libre hasta cómo gastar el dinero. En el medio de tal caos, descubren que su interés sexual también va declinando. Cuando despiertan a lo que cada uno puede ver ahora en totalidad, se divorcian. No estuvieron enamorados sino «infatuados».

El desarrollar intimidad física es más excitante y menos trabajoso que desarrollar la intimidad a nivel emocional, espiritual y de amistad. Esto hace que la intimidad física sea más difícil de controlar. Pero puede ser controlada si la pareja selecciona cuidadosamente sus actividades en el noviazgo. Es posible desarrollar algunas relaciones lentamente pero seguras a nivel de amistad, en tanto que otras las lanzan rápidamente a la intimidad física. El pasar una tarde de exploración de una ciudad histórica es más constructivo que pasar un día acariciándose sobre una manta en la playa.

Cathy Guise, protagonista de la tira cómica, comenta: «Soy hermosa, brillante, talentosa, y dispuesta a compartir mi vida con alguien, Charlene. ¡Quiero soñar con alguien… planear con alguien… Yo quiero estar allí para alguien y quiero que alguien esté allí para mí!»

Charlene le responde: «Mi esposo tiene un buen amigo muy simpático que…»

«¡Yiiik! —chilla Cathy—. ¿Uno en preparación? ¡No quiero nada en preparación! Yo estoy lista para casarme. No estoy preparada para el noviazgo!»

Muchos son como Cathy. El matrimonio es su blanco, pero no quieren tener que atravesar el proceso de prepararse exitosamente para alcanzar su objetivo. Quieren el premio pero no están dispuestos a pagar el precio.

Ustedes pueden ser más sabios que esa gente. Antes de quedar involucrados sexualmente y luego intentar construir una amistad, avancen por medio de la amistad y no retrocedan. ¡Y tómense tiempo!

Escrito por Nancy L. Van Pelt
Nancy L. Van Pelt es especialista en vida familiar y ha escrito 22 libros. Este artículo es una adaptación de Smart Love (Grand Rapids, Michigan: Fleming H. Revell, 1997). En Diálogo 11:1, (1999) se publicó una reseña de este libro. Su email es: vanpelt@juno.com y su página en la web: hea.rtnhome.com
 
Fuente: https://noviazgocristiano.wordpress.com/2015/05/03/las-siete-etapas-del-noviazgo/

 
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Comentarios

1 Comment

  1. LUIS ALFREDO LÓPEZ dice:

    Enfoque psicológico maravilloso, sin embargo extrañé el fundamento bíblico que para un cristiano debe ser primordial. Me pregunto a que se refiere con explosión de la sexualidad antes del matrimonio? Que dice la escritura acerca de ello? También me preocupa aquello de que un compromiso matrimonial se puede romper; obviamente, que para el mundo incrédulo si, pero para el creyente la Biblia dice que un voto matrimonial no se puede romper.

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