Los cristianos y la moda

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“Pero el Señor dijo a Samuel: “No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón”, 1 Samuel 16:71 Samuel 16:7
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7 Pero Jehová respondió a Samuel: --No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

Los seres humanos tenemos una real tendencia a juzgar las cosas por como se ven. Tal vez es por esto que el mandamiento más común en la Escritura es “No temas”, porque lo que tenemos delante de nuestros ojos muchas veces parece más de lo que podemos manejar. Ahora, al igual que tenemos la tendencia a temer, igual podemos fallar al juzgar prontamente lo que vemos. En este pasaje de 1 de Samuel, David de ninguna manera habría parecido a los ojos del profeta –o aun de su propio padre– como el ungido de Dios para reinar en Israel. Pero Dios insta a Samuel a mirar más allá de sus ojos. Y junto al profeta, Él hace el mismo llamado a nosotros. Siempre habrá una lucha constante en la iglesia por ser obediente al sentido de este pasaje y tener una mirada crítica y profunda lo que ocurre a nuestro alrededor.

¿Por qué le damos tanta importancia a la apariencia física?

Es por eso que tengo algunas preguntas con respecto al tema de la apariencia y la moda en los cristianos que quisiera compartir con ustedes: ¿Por qué a veces nos encontramos dándole tanta importancia a la apariencia física? ¿Por qué vivimos tan afanados con lo que ofrece el mundo y buscamos parecernos tanto al mundo? Si es cierto que nacimos no de carne ni de sangre (Jn. 1:13Jn. 1:13
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), y se nos manda a buscar las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Co. 3:1), ¿por qué a veces nos encontramos tan involucrados con lo que está debajo, con lo que es de carne y sangre, con los ojos puestos en la tierra y no en el Autor y Consumador de la fe?

A Samuel, el Señor le enseñó a “no ver el parecer o la apariencia física”. Y, como ya dijimos, no solo Samuel se veía tentado a juzgar por apariencias. Es evidente que en muchas ocasiones los cristianos nos encontramos dándole tantísima importancia a la moda, a la apariencia, y a buscar la aprobación pública. Esto se puede ver, por ejemplo, en modas adoptadas por cristianos, que constantemente invierten grandes cantidades de dinero, tiempo y esfuerzo en lucir como los mejores hípsters posibles. Pero el buscar “mantener apariencias” no solo se mira en los hípsters cristianos, sino en los cristianos tradicionales también, quienes procuran vestirse de saco y corbata solo para lucir más acorde a los que consideran como modelos a seguir. En eso, nos encontramos persiguiendo la vanidad de vanidades de las apariencias, situación que ha estado presente de una forma u otra en la iglesia en cada generación. Las modas van y vienen, pero el pecado de mantener una apariencia siempre exisitirá mientras vivamos en este mundo.

Las modas van y vienen

Muchas veces sufrimos al bajar nuestra mirada de nuestro verdadero tesoro. El apóstol Juan en su primera carta dice lo siguiente: “No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Jn. 2:151 Jn. 2:15
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).

Cuando perseguimos las cosas para las cuales no fuimos creados, sufriremos. Con esto no digo que sea o no sea correcto tener un tatuaje, un carro del año, vestirse como un hípster, o si vamos al caso, vestirse con corbata y saco también. Pero lo que sí nos debería preocupar es si todas estas cosas externas, pasajeras y del mundo temporal son las que tienen conquistado y completamente ocupado a nuestro corazón. Porque entre más nos acerquemos a cualquier moda o tendencia cultural, más nos alejaremos de Jesús. Y es en Jesús donde está el deleite de nuestra alma. Es en Él donde está lo que nos traerá propósito y satisfacción por siempre.

Si alguna huella debemos de dejar por donde pasemos o en la iglesia que vayamos, no debe ser la imagen que desea ver o que sea igual a la que ofrece el mundo, sino el olor fragante, el aroma de Cristo. ¿Cómo es esto? Pues es un corazón sellado con el Espíritu Santo y un corazón gozoso por la esperanza de un Cristo que vendrá por segunda vez y creará cielos nuevos y tierra nueva, en donde todas las modas dejarán de ser para dar lugar al reino inconmovible de Jesucristo. Con esta esperanza en la mente y en el corazón no nos dejaremos tentar por lo temporal, sino que tendremos una boca siempre lista para hablar de aquel a quien amamos, de aquel que nos dio su vida: de Jesús, nuestro salvador. Al poner nuestra mente en esta esperanza y atesorarla constantemente en nuestro corazón, no nos dejaremos enredar por estilos de vida vacíos y egoístas, sino que buscaremos tener unas manos siempre listas para hacer el bien.

El llamado del momento es a analizar nuestras vidas y que Dios nos muestre si tenemos algún ídolo cultural o de moda en nuestros corazones, o si hay algo en nuestras vidas que nos haga tener imparcialidad hacia los demás debido a su apariencia física o su manera de hablar. Que Dios nos ayude a permanecer con nuestra mirada siempre en Él. Las modas van y vienen, sin embargo, la Palabra de Dios y su voluntad, permanecerán por siempre.

Escrito por Juan D. Rojas
Juan D. Rojas es el pastor de la Iglesia Casa Vida en Tamarindo, Costa Rica. También es el fundador del movimiento Plantación Casa Vida, y estudiante de Maestría en el Southern Baptist Theological Seminary.
 
Fuente: http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/los-cristianos-y-la-moda

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