Nosotros vivimos porque Él vive

Nosotros-vivimos-porque-Él-vive---Por-STEVEN-MORALES

Aunque Edmundo puede estar atrapado, todavía hay esperanza para él. Aslan no está estático, está avanzando. El invierno languidece y la primavera está justo a la vuelta de la esquina. “Esto no es deshielo”, dijo el enano de la Bruja, “Esto es primavera… esta es una acción de Aslan”. Los niños Pevensie finalmente conocen a Aslan y C. S. Lewis vuelve a introducir la idea de que algo (o alguien) puede ser bueno y terrible al mismo tiempo.

Lamentablemente, cuando Aslan llega, solamente hay tres niños y son necesarios dos hijos de Adán y dos hijas de Eva para ocupar los cuatro tronos en Cair Paravel y terminar la tiranía de la Bruja Blanca. Rescatar físicamente a Edmundo es bastante fácil. Es primavera y con todas las criaturas rescatadas de Narnia, también Edmundo es rescatado de las garras de la Bruja Blanca. Pero hay una magia más profunda en Narnia, una que corre por sus venas desde su creación. Esa magia profunda es la ley moral de Narnia y por esa ley moral, Edmundo es un traidor y está atado a la Bruja. Su pecado lo ha atado a ella. Esta magia profunda no es algo malo, fue creada por el Emperador, el padre de Aslan en el mero principio. Por la ley de la magia profunda, la Bruja Blanca demanda sangre y Aslan está atado a esa ley puesto que es suya. Así que Aslan, reconociendo la ley, da la sangre a la Bruja, pero no la de Edmundo, sino la propia. El autosacrificio parece una insensatez para cualquiera que no conoce el amor. La Bruja y sus seguidores se regocijan de su triunfo sobre Aslan, cuando él se somete a la tortura y escarnio. Olvidan rápidamente que con un solo rugido él puede destruir a las criaturas instantáneamente.

La Bruja no puede parar de regordearse en su “victoria”. Desconoce que hay una magia más profunda que la magia de Narnia. La Bruja puede ver desde la creación de Narnia, pero esta magia más profunda es desde antes de la creación. Ésta dice que si una víctima voluntaria que no ha cometido ningún crimen fuera sacrificada sobre la Mesa de Piedra, la misma muerte se revertiría. En su libro Los Milagros, C. S. Lewis escribe,

Todo buen general, todo buen jugador de ajedrez, toma el punto fuerte del plan de su oponente y lo hace el eje central de su propio plan.

Ese es precisamente el sacrificio de Aslan. Él no necesitaba arrepentirse, él no necesitaba morir. Solamente la gente pecadora necesita arrepentirse. Pero nuestra pecaminosidad nos incapacita para hacerlo. Solamente si Dios lo hace esto puede llevarse a cabo. Para Edmundo morir traería el balance de vuelta a la normalidad. Un perfecto sustituto muriendo en su lugar cambiaría todo.

Aslan es traído de vuelta a la vida y trae con él nueva vida para todos. Su ejército derrota a la Bruja y sus seguidores y Edmundo es restaurado a su antiguo yo, luchando junto a su hermano y sus hermanas. Ellos son coronados reyes y reinas de Narnia y gobiernan por muchos años puesto que Aslan lo había dispuesto así. Él no se queda por mucho tiempo. “Él no es un león domesticado”, les recuerda Castor. Él nunca hace las cosas de la manera en que usted las supondría que las haría.

Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni sus caminos son Mis caminos,” declara el Señor. ‘Porque como los cielos son más altos que la tierra, así Mis caminos son más altos que sus caminos, y Mis pensamientos más que sus pensamientos. Isaías 55:8-9

El proceso a través del cual nosotros adquirimos la vida está llena de placer, dolor y peligro. Un proceso que uno nunca supondría. Entonces ¿no es aún más sorprendente que el proceso de la nueva vida en Cristo es uno que usted nunca habría supuesto? No hay nada predecible acerca de Cristo, como lo vemos en el León, Aslan, y no hay nada seguro tampoco. Pero, recordemos, es Su poder que nos ha salvado, así que al final, Su omnipotencia es indistinguible de Su infinito amor.

Comentarios

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *