Ser cristiano y militar al mismo tiempo ¿es compatible?

El pasado 20 de abril se celebró en Madrid un desayuno de oración por las Fuerzas Armadas, organizado por la Coordinadora Cristiana para las Fuerzas Armadas de las FEREDE.

Este acto ha levantado un debate entre los que opinan que los cristianos no deberían involucrarse con nada relacionado con las Fuerzas Armadas y los que creen que ambas cosas son totalmente compatibles.

Protestante Digital ha hablado con personas que defienden posturas opuestas acerca de este asunto.

BIBLIA E HISTORIA

Durante el acto de oración por las Fuerzas Armadas, el pastor y también capitán del Ejército de Tierra, José Manuel Carvajal, defendió la “compatibilidad” de ser militar y ser cristiano basándose en varios pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, destacando “el respeto” con el que se trata en el Nuevo Testamento a algunos centuriones romanos.

Recordaba el capitán cómo Jesús elogió la fe de uno de ellos: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe”, dijo el maestro, “sin ninguna mención a que éste debía dejar su oficio”, subrayó.

En respuesta a estas declaraciones, Dionisio Byler, teólogo y escritor menonita y profesor de Biblia y griego en la Facultad de Teología SEUT de El Escorial, afirmaba que“no recuerdo que haya ningún otro ejemplo tampoco, de alguien a quien Jesús ordenara cambiar de profesión o medio de vida. Pero tampoco a la ‘mujer pecadora en la ciudad’ que ungió llorando sus pies, conmovida por sus muchos pecados perdonados. Su profesión tiene que entenderse claramente como la prostitución. Sí, la fe de ella también es alabada por Jesús. Y sin embargo eso no se suele esgrimir como argumento para defender la prostitución como profesión perfectamente apta para mujeres cristianas”.

El profesor además explica que los oficiales romanos heredaban su posición, y lo hacían prestando un juramento sagrado al César, por tanto, el abandono de las armas era aceptar un martirio prematuro. Por eso en los primeros siglos la Iglesia Primitiva mantuvo “cierta flexibilidad”, donde se aceptaba que los militares no renunciasen a su cargo sino que lo hiciesen solamente cuando se encontraban ante la necesidad próxima de matar al prójimo.

“Lo que nunca se aceptó durante siglos, fue que un cristiano que no era ya militar, aspirase a serlo. Un cristiano bautizado que aceptaba las armas del César era excomulgado inmediatamente. Y al catecúmeno que tan sólo expresase el deseo de hacerse militar, le era negado el bautismo”, apunta el profesor.

LOS EJÉRCITOS COMO INSTRUMENTOS DE DIOS

Durante el mensaje, el capitán y también pastor Carvajal también afirmó que “llegará el tiempo cuando Jesús regrese y las espadas serán convertidas en rejas de arado y las lanzas en hoces, tal como enseña el profeta Isaías; pero mientras ese día llega, los ejércitos son, y deben ser, instrumentos de Dios para disuasión, defensa y preservación de la paz”.

En contraposición, Byler apunta que “seguramente lo son. Como instrumentos de Dios pueden ser también los terremotos, tsunamis, tornados, huracanes, etc. Todos estos —y los ejércitos también, naturalmente— son terriblemente devastadores, mortales y mortíferos, crueles y despiadados para provocar sufrimiento y muerte humana a buenos y malos, justos y pecadores por igual. Y todos, según cómo se vea, pueden o podrían considerarse instrumentos de Dios”, pero en su opinión esto no justifica su existencia.

El profesor explica cómo la afirmación de Carvajal esté seguramente basada en una larga tradición de interpretación de Romanos 13,1-7.

Byler afirma que en su opinión en estos versículos las autoridades mencionadas se refieren siempre a personas ajenas al seno de la comunidad cristiana, y cómo habría también que analizar el contexto inmediato de los pasajes: “antes, en Romanos 12,17-21, Pablo deja clara cuál es la conducta cristiana: la idea de devolver bien por mal es tan medular para comprender el evangelio, que sin ella el evangelio sencillamente deja de serlo”.

El profesor aplica el ejemplo de Jesús para explicarse: “Fuimos todos nosotros, la raza humana, enemigos mortales de Jesús. Lo rechazamos y lo sentenciamos a morir torturado en una cruz. Él no nos devolvió mal por mal. Quien insiste, entonces, en esa dinámica diabólica de devolver mal por mal, está rechazando aplicar a su propia vida —para beneficio del prójimo— lo que Jesús ya aplicó a la vida suya para beneficio nuestro”.

DAR LA VIDA POR EL PRÓJIMO

El capitán Carvajal expresó cómo el soldado cristiano debe encarnar los valores del Evangelio y ser ejemplo de ellos, recordando las palabras de Jesús: “no hay mayor amor que este, que uno ponga la vida por sus amigos”.

Ante estas declaraciones, Dionisio Byler reconoce un gran respeto aunque también una enorme carga de tristeza “por lo que parece un sacrificio mal enfocado, pero no por ello menos inmenso, y no quisiera –continúa- en ningún caso que eso se interprete como falta de respeto por la integridad de los que se alistan a filas para defender a civiles inocentes”.

Sin embargo, explica que en su opinión la idea bíblica de dar la vida por el prójimo no se refiere a la de morir matando o protegiendo en batalla, sino más bien la de “morir por no matar como consecuencia de la decisión de no defenderse violentamente, como hizo Jesús, murió él en lugar de defenderse, en lugar de matarnos a los que lo matábamos”.

UN GUARDIA CIVIL CRISTIANO EN MISIÓN DE PAZ

“Ingresé en la Guardia Civil a la edad de diecisiete años” cuenta este guardia civil, que por razones de seguridad ha preferido no publicar su nombre.

“Durante todo este tiempo he tenido diferentes destinos, incluyendo dos años en el País Vasco y en la actualidad me encuentro comisionado en misión de paz, formando parte de la Brigada multinacional de Naciones Unidas en el Líbano”.

Este guardia civil nos cuenta la historia de cómo conoció a Dios en su oficio y su punto de vista sobre la compatibilidad de ser cristiano y trabajar para el Cuerpo de Seguridad del Estado.

“Nací en un hogar católico, fui bautizado de niño. Yo no era de los de ir a misa todos los domingos, pero no puedo decir que no tuviera conocimiento de las cosas de Dios. Pero no fue, sino hasta la edad de veintinueve años al recibir testimonio de un cristiano evangélico, -mi propio hermano, el cual también es Guardia Civil-, cuando conocí al Señor como mi salvador personal. A partir de ese momento pude decir como Job: ‘De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven’. Después, fui discipulado por un hermano en el Señor, de profesión Guardia Civil”.

En cuanto al hecho de portar armas expresa: “Tampoco ha supuesto un problema para mí. El Apóstol Pablo decía de los Magistrados y de las Autoridades: ‘porque no hay Autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas’. Así que no se trata de la profesión, ni de portar un arma, sino de la manera en que se administra justicia, sabiendo que de toda injusticia habremos de dar cuenta delante de Dios, especialmente aquellos que estamos en autoridad”.

El guardia civil expresa cómo no sintió la necesidad de dejar su profesión al convertirse: “Como cita el Apóstol Pablo: ‘Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede’. De hecho, el ser cristiano me ha ayudado a ser, si cabe, aún más justo y cordial en el trato con los ciudadanos. Nunca he leído en las Escrituras ningún reproche hacia la profesión de policía o militar, sino más bien alguna exhortación a ser honrado y justo”.

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