Yo soy el SEÑOR, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios. (Isaías 45:5)
¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, «¿Quién ha conocido la mente del Señor?, ¿O quién llegó a ser su consejero?,» «¿O quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar?» Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén. (Romanos 11:33–36)
Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos. (Juan 15:13)
Al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:10-11)
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre. (Juan 15:15)
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David, conforme a mi evangelio. (2 Timoteo 2:8)
Y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre…os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. (Juan14:16; 16:7)
Aquel, pues, que os suministra el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe? (Gálatas 3:5)
Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu. (Efesios 5:18)
Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada. (Salmos 12:6)
¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! (Salmos 1:1-2)
Y si todavía nuestro evangelio está velado, para los que se pierden está velado, en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. (2 Corintios 4:3-4)
Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes. Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. (Romanos 1:14-15)
Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones. (Colosenses 3:16)
A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, se me concedió esta gracia: anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo. (Efesios 3:8)
La fe es la gran unión con Cristo y la aceptación de todo lo que Dios es en Él.
Y los pastores tienen este objetivo con cada palabra, porque la fe viene por el oír.
Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)
Y convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos vosotros para vuestro progreso y gozo en la fe. (Filipenses 1:25)
Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión. (Hebreos 10:34)
Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: «Nunca te dejaré ni te desampararé.» De manera que decimos confiadamente: «El Señor es el que me ayuda; no temeré; ¿Qué podrá hacerme el hombre?» (Hebreos 13:5-6)
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos! (Filipenses 4:4)
Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. (Filipenses 3:8)
No es que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que somos colaboradores con vosotros para vuestro gozo. (2 Corintios 1:24)
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13:13)
El propósito de nuestra instrucción es el amor. (1 Timoteo 1:5)
Así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: «Sed santos porque Yo soy santo.» (1 Pedro 1:15–16)
Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (Romanos 8:13)
Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo. (1 Corintios 11:1)
Antes que fuera afligido, yo me descarrié, mas ahora guardo tu palabra. . . Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos. (Salmos119:67, 71)
Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados, es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. (2 Corinitios 1:6)
Más bienaventurado es dar que recibir. (Hechos 20:35)
Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. (Efesios 4:11-12)
Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino: Predica la palabra. (2 Timoteo 4:1–2)
Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! (2 Corintios 5:20)
Los que oyeron esto, dijeron: «¿Y quién podrá salvarse?» Y Él respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.» (Lucas 18:26–27)
Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido, corrigiendo tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad. (2 Timoteo 2:24–26)
Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande. (Mateo 5:12)
Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo. (Filipenses 3:20–21)
Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna. (2 Timoteo 2:10)
Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno. (Mateo 10:28)
A todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos. (1 Corintios 9:22)
Tomad también el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu. (Efesios 6:17–18)
Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás. (Salmos 50:15)
El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. (Juan 3:8)
Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios que da el crecimiento. (1 Corintios 3:6–7)
Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece…y esta es la palabra que os fue predicada. (1 Pedro 1:23–25)
Intensamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. (Lucas 22:15)
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo? (1 Corintios 10:16)
O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. (Romans 6:3–4)
Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19)
Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor, porque por fe andamos, no por vista. Pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor. (2 Corintios 5:6–8)
Devorada ha sido la muerte en victoria. ¿donde está oh muerte, tu victoria? ¿donde, oh sepulcro, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. Pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. (1 Corintios 15:54–57)
Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. (Mateo19:6)
Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella. (Efesios 5:22–25)
¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados. (Santiago 5:14–15)
Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15:13)
Y sucedió que el padre de Publio yacía en cama, enfermo con fiebre y disentería; y Pablo entró a ver lo, y después de orar puso las manos sobre él, y lo sanó. (Hechos 28:8)
Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resistidle firmes en la fe. (1 Pedro 5:8–9)
Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros. (Santiago 4:7)
Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo. (Proverbios 25:11)
Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro, y adquirir inteligencia es preferible a la plata. (Proverbios 16:16)
A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. (Colosenses 1:28)
Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin. (Mateo 24:14)
La mies es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. (Mateo 9:37–38)
Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero. (1 Timoteo 6:9–10)
Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. (1 Timoteo 6:6–8)
Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. (2 Corintios 9:7)
Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros. (Hebreos 13:17)
Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando Él en nosotros lo que es agradable delante de Él mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Hebreos 13:20–21)
El servicio humilde es alta grandeza.
Y los pastores se regocijan al decir: Él debe crecer, y yo disminuir.
Sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, (Marcos 10:43)
Escrito por John Piper
John Piper es el fundador de desiringGod.org y ministro en Bethlehem College & Seminary. Por 33 años, ha servido como pastor en la Iglesia Bethlehem Baptist Church, en Minneapolis, Minnesota. Autor de más de 50 libros.
Fuente: http://www.desiringgod.org/articles/30-reasons-why-it-is-a-great-thing-to-be-a-pastor?lang=es
Papa Francisco da su apoyo publico a la implantación del Microchip RFID
Pastor recibe un disparo en la cabeza mientras predicaba en la calle
History Maker © 2008. Desarrollado por History Maker