5 Malas Razones para Divorciarse

Forbes Advisor encargó una encuesta a 1,000 estadounidenses que están divorciados o en proceso de divorcio para descubrir por qué fracasan los matrimonios. Se encontró que el 63 por ciento de las personas que se divorciaron afirmaron que tener una mejor comprensión del compromiso antes de casarse podría haber evitado que sus uniones se desmoronaran. Además, el 56 por ciento expresó que tal vez no se habrían divorciado si hubieran tenido una comprensión más clara de los valores morales de sus cónyuges. Sorprendentemente, menos del 5 por ciento de las personas divorciadas afirmaron que sus matrimonios no podían salvarse.

En un mundo donde la santidad en el matrimonio está cada vez más amenazada, es crucial reevaluar las razones comúnmente citadas para el divorcio. Sin duda, existen situaciones donde el divorcio puede ser una opción bíblicamente justificable, como casos de abandono, abuso o infidelidad. Sin embargo, como muestra la encuesta, hay muchos casos donde una mejor comprensión del compromiso y los valores podría ser suficiente para salvar el matrimonio.

A continuación, presentamos cinco razones comúnmente citadas para el divorcio que no son motivos legítimos para poner fin a un matrimonio.

1. Nos dejamos de Enamorar: La Mentira Emocional

Una de las razones más frecuentemente citadas para el divorcio es la noción de que uno o ambos cónyuges han «dejado de enamorarse». La moderna idea del amor a menudo se romantiza y emocionaliza, influenciada por la literatura, el cine y la cultura popular. Tal perspectiva se basa en una comprensión errónea del amor como una experiencia principalmente emocional y contrasta fuertemente con la comprensión bíblica del amor, arraigada en el compromiso y la acción.

A lo largo del Nuevo Testamento, el término más utilizado para el amor es «ágape», que se refiere a un amor desinteresado y sacrificado. Por ejemplo, Pablo describe el amor en 1 Corintios 13:4–7 como paciente, amable y capaz de soportar todas las cosas. Es este tipo de amor el que debería ser la base de un matrimonio cristiano.

Podríamos asumir que la implicación es que el amor es una elección. Si bien es cierto que el verdadero amor es más una cuestión de decisión que de sentimiento, no es simplemente una elección. Como dice John Piper, «Si nuestro amor es solo una elección, aún no es lo que debería ser». En cambio, como señala Piper, la forma en que se nos llama a amar es imposible sin depender del Señor. Solo a través del don de la gracia de Dios podemos amar de una manera que sostenga los lazos del matrimonio.

2. Incompatibilidad: El Mito de la Pareja Perfecta

Uno de los conceptos más destructivos de la era moderna es la idea de un «alma gemela» o una «pareja perfecta». Aunque la compatibilidad es importante, ninguna pareja es perfectamente compatible, ya que cada hombre y mujer es pecador y, por lo tanto, posee imperfecciones y fallos únicos. La Escritura enseña que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Rom. 3:23), lo que implica que la imperfección e incompatibilidad son de esperar.

«Solo a través del don de la gracia de Dios podemos amar de una manera que sostenga los lazos del matrimonio.»

Deberíamos pensar en términos de sacrificio, no de almas gemelas. El sacrificio de Cristo en la cruz sirve como el modelo supremo de cómo también debemos amar y sacrificarnos. En un matrimonio, ambos cónyuges están llamados a emular este tipo de amor de diferentes maneras. Esto puede requerir renunciar a deseos, preferencias e incluso necesidades en beneficio del otro. Es un amor que busca lo mejor para la otra persona y está dispuesto a soportar dificultades e inconvenientes.

Por ejemplo, en Efesios 5:25, se instruye a los esposos a amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia, sacrificándose por ella. Este nivel de amor sacrificial implica que las incompatibilidades pueden y deben trabajarse en lugar de servir como motivos de divorcio. La realidad contraintuitiva es que la verdadera compatibilidad a menudo surge solo después de haber realizado tales sacrificios.

La compatibilidad es la capacidad de convivir sin conflictos. No se descubre; es un objetivo que se busca continuamente. Constantemente se intenta seguir el mandato de Pablo en Romanos 12:18: «En cuanto a lo posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos». Si estás casado, depende de ti, y debes hacer todo lo posible para estar en paz, ser compatible con tu cónyuge.

3. Desafíos Financieros: Perspectivas Temporales vs. Eternas

A menudo, los desafíos financieros se citan como una de las principales causas de estrés en un matrimonio. Aunque las dificultades financieras merecen ser tomadas en serio, con demasiada frecuencia se utilizan apresuradamente como una excusa para el divorcio. En cambio, deberían considerarse como una oportunidad para cambiar el enfoque de lo temporal a lo eterno.

Muchos de nuestros problemas financieros tienen su origen en un enfoque en la riqueza material, que es transitoria y sujeta a decadencia. Jesús mismo advirtió contra la locura de acumular tesoros terrenales: «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde ladrones penetran y roban» (Mateo 6:19). Dentro del matrimonio, el enfoque no debería estar en la acumulación material, sino en los valores eternos que la relación está destinada a cultivar, como el amor, la fidelidad y la madurez espiritual. Cuando una pareja enfrenta dificultades financieras, es una oportunidad para reevaluar las prioridades y alinearlas más estrechamente con los valores del reino de Dios.

Los desafíos financieros también pueden servir como crisol para desarrollar la satisfacción y la confianza en la provisión de Dios. Pablo escribe en Filipenses 4:11–13 que ha aprendido a estar contento en todas las circunstancias, ya sea en abundancia o en escasez, una satisfacción arraigada en Cristo. De manera similar, las parejas pueden aprender a estar contentas y confiar en la provisión de Dios, incluso en tiempos de dificultades financieras.

No descarten esto como una platitude ingenua demasiado rápido. Muchas parejas cristianas han descubierto que al adoptar una perspectiva bíblica sobre las finanzas, al cambiar de una perspectiva temporal a una perspectiva eterna, pudieron enfrentar estos desafíos de una manera que fortaleció en lugar de debilitar su vínculo marital.

4. Felicidad Personal: El Enfoque Egoísta

Desde la década de 1970, la narrativa dominante en la cultura estadounidense ha girado en torno a la búsqueda individual de la felicidad y la autorrealización. Esta perspectiva se refuerza mediante los medios de comunicación, la literatura e incluso muchas teorías psicológicas seculares, las cuales sugieren que la felicidad personal es el objetivo último de la vida. El problema con este enfoque es que no solo no conduce a una mayor felicidad, sino que socava activamente la interdependencia requerida dentro del matrimonio.

La Escritura ofrece una contra narrativa que desafía el enfoque centrado en uno mismo hacia la vida y las relaciones. En Filipenses 2:3–4, Pablo instruye a los creyentes: «No hagan nada por rivalidad o por vanidad; al contrario, con humildad, consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solo su propio bien, sino también el de los demás». Este principio es especialmente pertinente en el contexto del matrimonio, donde la sumisión mutua y el sacrificio propio son el secreto para un verdadero florecimiento (Efesios 5:21).

Mientras que el mundo ofrece una felicidad pasajera que depende de las circunstancias, la Biblia enseña que la verdadera alegría se encuentra en una relación con Dios. Como dice Nehemías 8:10, «El gozo del Señor es nuestra fuerza». Esta alegría no es un estado emocional transitorio, sino una satisfacción profunda y duradera que proviene de conocer y servir a Dios.

5. Aburrimiento: El Peligro de la Complacencia

La complacencia en el matrimonio a menudo se manifiesta como una falta de interés, entusiasmo o preocupación por la relación. Puede erosionar gradualmente los vínculos de intimidad y confianza que son esenciales para un matrimonio saludable. La complacencia es antitética al modelo bíblico de matrimonio, que exige un cuidado continuo, aprecio y esfuerzo intencional (Efesios 5:29).

Una de las maneras más efectivas de combatir el aburrimiento en un matrimonio cristiano es simplemente centrarse en crecer juntos en Cristo. Un hombre y una mujer que comparten este viaje espiritual descubrirán un sentido de propósito y dirección que trasciende las rutinas mundanas de la vida diaria. Las parejas que pueden participar en actividades conjuntas que fomenten el crecimiento espiritual, con el tiempo, se mostrarán cada vez más interesadas el uno en el otro a medida que crecen en semejanza a Cristo.

El famoso escritor británico Samuel Johnson dijo una vez: «Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida; porque en Londres hay todo lo que la vida puede ofrecer». Lo mismo se aplica en gran medida al matrimonio cristiano. Es difícil aburrirse cuando estás con alguien que se está convirtiendo cada vez más en la persona más interesante que jamás haya vivido.

La razón última para sostener y nutrir cualquier matrimonio, a pesar de sus defectos y desafíos, no es solo la felicidad humana, sino la gloria divina. Un matrimonio centrado en el evangelio sirve como una metáfora viva de Cristo y su iglesia. En un mundo sumido en satisfacciones temporales y compromisos superficiales, los matrimonios anclados en el evangelio se erigen como faros de esperanza. Son pactos sagrados, no solo contratos sociales, y Dios está profundamente involucrado en ellos.

Cuando las parejas se acercan a Dios, encuentran la fuerza para abordar los desafíos que se presentan, ya sea la distancia emocional, el estrés financiero o las imperfecciones. Descubren la alegría en la obediencia a la Palabra de Dios, la satisfacción en el sacrificio compartido y la paz que sobrepasa todo entendimiento cuando afirman su relación en la fe.

«Es difícil aburrirse cuando estás con alguien que se está convirtiendo cada vez más en la persona más interesante que jamás haya vivido.»

El evangelio ofrece a las parejas que luchan una narrativa mejor. El amor no es simplemente una emoción, sino una elección que se transforma cuando está profundamente arraigado en el amor de Cristo por nosotros. Cuando ese amor es tu fundamento, comprendes que con Dios, todas las cosas son posibles, incluida la renovación, la restauración y quizás incluso la resurrección de un matrimonio del que el mundo podría haberse dado por vencido.

Si estás cuestionando la vitalidad de tu matrimonio según los estándares mundanos, recuerda que Dios no solo ha permitido el matrimonio, sino que lo ha diseñado para su gloria. Al recurrir a Él y abrazar los principios delineados en la Escritura, es más que posible avivar el amor, reconstruir la confianza y lograr una profundidad de intimidad que podrías haber pensado que se había perdido. Esta es la esperanza y la promesa de un matrimonio centrado en el evangelio.

 
Para más novedades puedes visitar nuestra sección de Un Minuto Positivo
 

Comentarios

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *