Sin duda en nuestros días hay un sentimiento de apatía en los jóvenes, más pronunciado aún que en generaciones anteriores. Siempre hemos notado algo más de apatía en los estudiantes de una época a la siguiente, pero ahora parece especialmente notable.
Hay investigadores que podrían reunir todo tipo de datos para ayudar a explicar esto, pero ¿Cuál es la línea de fondo de su apatía? ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Deberíamos hacer algo? Consideremos y evaluemos nuestro propio sentido de apatía en nuestro caminar con Jesús, junto con nuestra mirada del ministerio juvenil. ¿Esto es sólo un trabajo? ¿Es solo lo que hacemos el sábado u otro día de la semana? ¿Nuestra fe y nuestro trabajo con los jóvenes es sólo un hábito semanal o es algo muy especial que nos bendice?
Pensemos contra qué estamos compitiendo: No damos premios ni medallas, normalmente no estamos ni cerca de los conciertos y otras cosas divertidas como deportes selectos, camiones de comida, etc. Los jóvenes saben que la iglesia ha existido por miles de años y lo más probable es que siempre esté cerca cuando la necesiten. ¿Será que tal vez les gusta hacer esas otras cosas que piensan que luego no podrán hacer y entonces volverán a la fe después que pase esta etapa?
Consideremos su miedo a “invertir” en algo cuyo beneficio realmente no pueden ver. Podría abrir mil razones por las que los jóvenes se muestran apáticos a caminar con Jesús o a comprometerse con la iglesia, pero hay algunas prácticas que podríamos utilizar para ayudarlos.
¿Qué pasaría si comenzáramos a orar con paciencia y fe firme por nosotros y por nuestros jóvenes?
¿Qué pasaría si lo programáramos en nuestro teléfono y lo hiciéramos realidad?
¿Y si realmente recordáramos que no somos la causa del aumento o disminución de la apatía en nuestros alumnos?
¿Y si encontráramos a sólo un alumno interesado en ir al siguiente nivel y fuéramos allí con él?
Como dijo Andy Stanley: “Haz por uno lo que desearías hacer por todos”. No podremos brindarnos por completo a todos nuestros jóvenes, pero podemos comprometernos a hacer mucho por uno.
Consideremos dedicar más tiempo a los jóvenes motivados en lugar de centrarnos en los apáticos, sin dejar de orar por ellos ni renunciar a ellos. Si nos enfocamos en los jóvenes que desean crecer, notaremos que esto es una herramienta muy poderosa para aumentar la influencia de nuestro ministerio. Cuando un joven motivado está bien guiado tiende a atraer a otros. Entonces, al observar a aquellos en los que hemos podido invertir, los apáticos dirán: “¡Necesito lo que ellos tienen!” en lugar de decir: “En este momento no necesito a la iglesia”. Líder juvenil ¡no te vuelvas apático! ¡Ruega, ama y guía!
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