Dios expone tu pecado con el fin de salvarte

«Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.» Juan 3:21

Lo que pasa cuando entramos a la luz es que ella no sólo muestra lo que somos, no solo nos muestra cuán malvados somos; la luz también nos muestra cuan precioso es Cristo. Y mira, no vayas a pensar: “Pues ni modo, creo que tengo que ir a la luz para no ir al infierno.”

Lo que pasa cuando llegas a la luz es que no sólo te das cuenta que estás rumbo al infierno, de pronto Dios abre tus ojos a lo que Cristo es. De pronto no sólo te ves a ti mismo por lo que tú eres, lo miras a Él por lo que Él es. Y Él es completamente hermoso. Y cuando lo miras a Él, no dices: “Pues ni modo, tengo que hacer esto para no ir al infierno.” Tú miras todo esto y ves la hermosura de Cristo y te das cuenta de que ya nada más importa.

No se trata solamente de salvar mi pellejo del infierno, ¡Debo tenerlo a Él! Hay tanta belleza en Él. Todo lo que necesito, todo lo que me satisface, todo lo que es precioso, todo lo que es hermoso, está ahí, está en Él.

Luz

Tú ves lo importante que es Su sangre–es perfecta para purificar. Tú ves Su resurrección y el poder de ella por lo que es–algo que me transforma totalmente. Ves en Él la respuesta a todas tus necesidades. Eso es lo que pasa cuando entras a la luz. Dios es luz. Y es por eso que deseamos acercarnos a Él. Y acercarnos a Su luz. ¡Ve hacia Él! Ve y mira a Cristo, la Luz. En este libro, la Biblia, que es la Palabra de Dios, la cual es una lámpara a nuestro pies, ¡Ve a ella! Y mientras lo busques a Él aquí, a Aquel que es luz, tus pecados son expuesto, los confiesas ante Él. Confías.

Jesús dijo: “Creed en la Luz”. Es decir, cree en todo lo que la luz te muestra. Créelo, No huyas de ello. No seas como los fariseos que cuando la luz les brilló, dijeron: “¡No! ¡No quiero tener nada que ver con eso! No, voy a creer lo que yo quiero creer. Voy a creer que conozco a Dios, sin importar cómo sea mi estilo de vida. Yo voy a creer eso.” No, Jesús dice: “Cree en la luz.” Tienes que creer en la luz.

Dios es luz. El perdón de los pecados es un privilegio exclusivo para aquellos que entran a la luz. En la Luz la sangre te limpia. Es en la Luz. No es el privilegio de nadie más. Si tú permaneces en las tinieblas, no hay vida, no hay sanidad.

Trata con el Señor con toda honestidad. Todo dentro de la luz. Esos pecados de los cuales estás tan avergonzado, Dios dice Si tú los traes a la Luz, Te limpiaré por completo. Todas esas cosas de las cuales te avergüenzas y te hacen agachar la cabeza. ¿Recuerdan al publicano en Lucas 18? Él sólo agacha su cabeza porque él sabe, él sólo está avergonzado. Y él lleva todo su pecado, lo llevó todo… ¿Saben que? Él mostró todo su pecado en una palabra. En dos palabras, porque hay un artículo ahí, que es muy importante, “EL pecador”, “Dios, sé propicio a mí, EL pecador.” ¡Oh! ¿Acaso no es una buena forma de resumirlo todo? ¡Qué confesión! Yo soy “EL pecador.” No simplemente “un pecador” Él se reconoce a sí mismo por lo que es. Así como Pablo se reconoció a sí mismo por lo que era –el primero de los pecadores–. Y eso es todo… “Señor, ese soy yo, aquí estoy.” ¿Y qué ocurrió? Jesús dice que él volvió a casa justificado. ¿Qué significa eso? Limpio de todas sus injusticias. Limpio. ¿Qué fue lo que hizo? Expuso todo a la luz.

Y la tinieblas

Pero el fariseo, él estaba en tinieblas. “Mírame, yo soy bueno. No soy como este hombre. Mira todas las cosas buenas que yo hago”. Déjame enumerarlas: “Yo hago esto, esto, esto y esto.” Él no está en la luz. Está en tinieblas. No estaba confesando nada. Estaba jactándose. Y podemos ver aquí algo, “Dios es luz” tiene una relación con nuestra manera de vivir, con la manera en la que nos relacionamos con Dios, con la manera en la que confesamos el pecado, y con dónde se encuentra sanidad. Y siempre se encuentra en la luz.

Algunos de ustedes están en tinieblas. Pero si tú estás en tinieblas no tienes que quedarte ahí. ¿Y sabes qué?, la única razón por la que te quedarás ahí, es exactamente por la verdad que se encuentra en Juan 3:20-21. La única razón por la que permanecerás en tinieblas es porque odias la luz, porque tus obras son malas y en verdad tú no quieres ser expuesto. Vas a ser expuesto. ¿Dolerá?… Sí. Siempre que Dios aplasta tu orgullo, te duele. Porque eres tú.

Pero es como todo aquí en la tierra. Es una aflicción momentánea y pasajera, a la luz del eterno peso de gloria. ¿Es doloroso venir a la luz? Sí, es doloroso. Hay quebranto, hay lágrimas, toda la imagen que tienes de ti mismo es destruida. Es decir, eso es lo que me pasó a mí aquella noche, mientras estaba sentado ahí en Oshemo, Michigan y la luz se encendió y me dejó al desnudo. La luz te va a arruinar en cuanto a lo que piensas que eres. Pero es una ruina positiva, porque Dios primero hiere para poder curar. No tengas miedo. No tengas miedo. Es una luz sanadora. Es una luz buena. Dios no expone tu pecado para reírse de ti, o para burlarse de ti y ridiculizarte. Él expone tu pecado para poder hacerte uno de Sus hijos, para hacerte digno de ser la esposa de Su Hijo.

Oración:

Señor, te pido que Tu luz alumbre tanto, cada ves más resplandeciente hasta ese día eterno. Que pueda brillar radiantemente en este lugar. Que encontremos pecadores corriendo hacia esta luz, la gloriosa luz de Cristo, y de Su salvación, del poder de Su Sangre. Oh Señor, que este no sea un lugar donde se permita que el pecado permanezca en las sombras. Que la luz de tu Palabra brille. Que la luz de Cristo sea real. Señor, te pedimos gracia para seguir a Cristo, no para caminar en tinieblas. Que la Luz de vida verdaderamente alumbre a este lugar, porque Dios, que es luz, ha elegido habitar entre un pueblo escogido. Indigno, pero escogido. Amén.

Escrito por —Tim Comway
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