Hablar de un historial sexual con la persona con quien estás saliendo y conociendo puede tornarse mal muy rápidamente. En una milésima de segundo puede convertir una relación de pareja sana en un juego de manipulación y control. Cuando se revela la historial sexual, ambas partes pueden sentirse traicionadas por diferentes razones. Cada frase adquiere la cadencia de una amenaza, un ultimátum. Cada pregunta puede aterrizar como un gancho izquierdo.
“Pensé que me amabas”.
“Es un asunto ya resuelto en Cristo, ¿por qué es tan difícil para ti?”.
“¿Qué tipo de dolor o preocupación puedo expresar?”.
Tratar con un historial sexual puede convertir la intimidad en un campo de batalla, y el afecto en una telaraña de errores pasados, de juegos de poder y cuchillos afilados. He estado en ambos lados de esta conversación. Permití que la inseguridad tomara el mando. Permití que mi ego se convirtiera en lo que más protegía y apreciaba, en lugar de la valiosa y vulnerable imagen de Dios que estaba delante de mí.
Es raro que dos cristianos tengan las herramientas adecuadas para apaciguar esta conversación. El noviazgo es un tipo de relación inestable; puede terminar en matrimonio o en una ruptura. Un historial sexual solo complica las cosas. Nos puede volver nerviosos, cautelosos, despiadados, implacables, y duros para perdonar. Pero, por la gracia infinita y misteriosa de Dios, también puede ser un tiempo para reparar, excavar, apreciar, y aprender… si tenemos el valor de hacerlo.
Las emociones gemelas de tener un noviazgo con un historial sexual son la vergüenza y la impaciencia. Vergüenza, porque te sientes expuesto y juzgado por el peso de la pureza de la otra persona. Impaciencia, porque quieres dejar que el pasado sea el pasado, y te niegas a ser rechazado y descartado por un pasado con el que has tratado con diligencia tanto con el Señor como con la iglesia.
“Lo siento”.
“No se lo puedo decir”.
“¿Y si termina conmigo?”.
Hay algunas cosas prácticas a tener en cuenta para aquellos que se sienten avergonzados por su historial sexual.
“Este es mi pasado. Lidia con ello”.
“¿Por qué no puedes superarlo?”.
“No es gran cosa. Solo confía en mi”.
Tu pareja reaccionó a tu pasado: se siente herida e insegura, y hace un número abrumador de preguntas. Su dolor parece resentido, amargado, juicioso, despectivo, e injustificado. La vergüenza puede hacer que se sienta acorralada y enfurecida. Su inseguridad se asemeja una profecía de tu rechazo y humillación. El miedo está en la raíz de los peores tipos de frustración e impaciencia. Aquí algunas cosas para tener en cuenta.
Al final del día, la persona con quien estás saliendo quizá no sea capaz de aceptar tu historial sexual. Tal vez se vaya, y eso encajaría perfectamente dentro de su libertad cristiana. Tú podrías poner mala cara y reflexionar sobre los defectos de la otra persona, pero la realidad cruda y fría es simplemente esta: te enfrentas a las consecuencias en tiempo real de tus pecados pasados. Dios no te está juzgando. Él no está implementando una ley de “karma”, o de efecto, en tu caso. David Powlison lo pone así: “Dios construye, en el funcionamiento interno de cómo dirige tu universo, la ley de la siembra y la cosecha” (“Inocent Pleasures” [Placeres inocentes]).
Vas a estar bien. Duele mucho. Pero Dios nos guía a través de este tipo de cosas para nuestro bien. Si Él nos permitiera ser rebeldes sin tener repercusiones, todos tendríamos dañados los nervios espirituales. Nos quemaríamos y lastimaríamos por no sentir el dolor de nuestras decisiones peligrosas. En contra de todas las cosas terribles que podamos sentir acerca de nosotros mismos, Dios nos da tres cosas cuando somos rechazados debido a nuestro historial sexual. Él nos da honor, nos sana, y nos da esperanza.
Él nos da honor, porque elegimos amar por el amor que hemos recibido, y no por avaricia. “Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos?” (Mat. 5:46). Amar sin reciprocidad es sentir las punzadas de Jesús a quien hemos rechazado. El confiar en Dios lo suficiente para amar y no ser amado es ser contados con Cristo, y hay honor en ese tipo de fe.
Dios nos sana, porque Él hace su mejor trabajo en medio del quebrantamiento. En cualquier momento, Dios puede eliminar espinas de impureza que ahogan la vida en ti: “Porque ésta es la voluntad de Dios: tu santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual” (1 Tes. 4:3-5). Dios está haciendo eso en ti (Filip. 2:12-13). Cuando preguntes: “¿Qué está haciendo Dios en mi vida? ¿Por qué me está sacando de esta relación?”, la respuesta es clara. Él te está sanando y limpiando. Él no ha puesto un veredicto de culpabilidad de por vida en ti. No hay condenación (Rom. 8:1). Por ahora, y solo por ahora, Él está simplemente (y dolorosamente) sanándote.
Él nos da esperanza porque, con cada nuevo día, Dios se encarga de nuestro cuidado: “Así que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien” (1 Pe. 4:19). No existe lamentación que se encuentre fuera del alcance del buen plan de Dios para ti. Si te casas, es por la mano del mismo Dios que te llamó desde el reino de las tinieblas al reino de la luz. Si te casas, es por el mismo tipo de decreto que creó el universo. Si es la voluntad de Dios que te llegues a casar, entonces estás en un curso de colisión imparable hacia el matrimonio. Y si eres rechazado por otra persona, eso también está dentro de la amorosa y misericordiosa voluntad de Dios para tu vida.
Confía en Dios hoy, y reconoce que, ya que Él creó el tiempo, el tiempo está de tu lado. Si eres rechazado debido a tus antecedentes sexuales, confía en que no es una herida arbitraria, sino que se trata de un engranaje en el muy ordenado y detallado plan de Dios para tu vida llena de gozo. Que Dios nos conceda, a nosotros los culpables, la misericordia para recibir los buenos regalos de un Padre que nos ama.
Escrito por Juan Fernando
Juan Fernando es uno de los pastores que plantaron la Iglesia La Fuente en Quito-Ecuador. Se graduó con una ingeniería en negocios de The Master’s University en California en donde conoció a su esposa Marissa y tienen una hija pequeña. Actualmente está terminando una Maestría en Divinidad en Clarks Summit University. Puedes encontrarlo en Twitter.
Fuente: https://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/pecado-sexual-en-parejas-cristianas
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