No te voy a fallar nunca más

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Siempre que había alguna reunión especial en la iglesia (una de aquellas reuniones cuando te recuerdan todos tus pecados, los habidos y por haber), la noche terminaba con muchas personas de rodillas, con lágrimas en los ojos, emocionados o confrontados (más emocionados que confrontados). Y yo, normalmente, en alguna de aquellas situaciones le decía a Dios en una oración “Dios, nunca más te voy a fallar“. Lo que no sabía era que las palabras se van con el viento.

Descubrí que las palabras duraban una semana, a veces 2, a veces 3. Y cuando me equivocaba nuevamente, o en el término incumplido en la promesa, cuando le fallaba, me ponía muy mal. Me sentía avergonzado de no ser un “buen hijo de Dios” (porque los cristianos hemos creado categorías: Mejor hijo o Peor hijo), de no haber podido cumplir con la palabra, y con el temor de que cucos e infiernos me caerían encima (no cuestiono que exista o no el infierno, ya escribiré sobre eso… algún día). Me sentía el peor cristiano del mundo, y nadie, hasta ese momento me había explicado que Dios no estaba esperando a que me equivocara, no me dijeron que él prefiere que no haga promesas tontas, sino que decida caminar cada día un paso más.

Un día un grupo de perfectos juzgadores esperaron a que una mujer traicionara a su esposo para exponerla públicamente, avergonzándola ante todo el pueblo, queriendo ellos ser “Los guardianes de la justicia”. Fue cuando Jesús les dijo “El que esté libre de pecado, tire la primera piedra” y después de eso continuó diciendo:

Entonces Jesús se puso de pie y le dijo: —Mujer, los que te trajeron se han ido. ¡Nadie te ha condenado!
Ella le respondió: —Así es, Señor. Nadie me ha condenado.
Jesús le dijo: —Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.
(Juan 8:2-12 / Traducción en Lenguaje Actual – Copyright © 2000 by United Bible Societies)

Jesús no condena, perdona. Y si te dice no vuelvas a pecar, no es porque tenga ganas de mandarte al infierno, sino porque no quiere verte avergonzado, triste, preocupado, cabizbajo. Si te dice no lo hagas de nuevo, es porque él sabe que no te hará ningún bien.

Ya no prometo no fallar, ahora le pido fuerzas para cada día ser diferente, si me equivocaba 10 veces, hoy lo haré 9 veces. El esfuerzo cuenta, como dijo Pablo: Prosigo a la meta. (Filipenses 3:14)

Escrito por Jimmy Sarango
Jimmy Sarango es diseñador gráfico de profesión, músico por vocación y comunicador porque sigo al mejor: Jesús. Disfruto compartir conversaciones con jóvenes y adolescentes. Escritor en josueunonueve.com | jimmysarango.com
 
Fuente: http://www.josueunonueve.com/?p=1849

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