3 razones para creer en la resurrección

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Poco tiempo después de mi conversión al cristianismo, casi abandono la fe. Aunque nunca lo admití en frente de mis amigos escépticos cuando me cuestionaban, me costaba creer en la resurrección de Cristo. La idea de un muerto que vuelve a vivir es simplemente difícil de creer. Vivimos en un mundo que parece ser muy naturalista, donde los milagros no suceden y los muertos no resucitan. ¿Y si todo resulta ser una fabricación? ¿Si todo era una mentira? Al final del día, no quiero abrazar el cristianismo porque me hace sentir bien, sino porque es verdad.

Durante mi crisis de fe, descubrí que el concepto de la resurrección no solo es uno difícil de creer para los occidentales del siglo XXI, sino que también lo era para los griegos del primer siglo, y que el apóstol Pablo se tomó muchas molestias argumentando a favor de la resurrección de Cristo a la iglesia en Corinto. De acuerdo al apóstol, la resurrección de Cristo es el fundamento bajo el cual la verdad del cristianismo se mantiene o cae: “y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes… y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo están perdidos. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima” (1 Co. 15:14, 17-19). El punto del apóstol Pablo es tan sencillo como sobrecogedor. Si Cristo no resucitó, la fe cristiana es un fiasco. ¿Existen, pues, razones sólidas para creer en la resurrección? He aquí tres de ellas.

1. La confiabilidad de los Evangelios

Cuando los Evangelios son examinados de forma minuciosa, descubrimos que los mismos contienen información muy precisa acerca de los detalles socioculturales del contexto histórico donde la narrativa de Jesucristo toma lugar.[1] Una y otra vez, los evangelistas aciertan cuando se trata de detalles acerca de la antroponimia, geografía, topografía, climatología, agricultura, arquitectura, botánica, cultura, economía, religión y leyes de su nación en la época. Cuando comparamos los cuatro Evangelios canónicos con fabricaciones de evangelios en siglos posteriores, obviamente, todos estos detalles nunca surgen. Esto sugiere que los autores de los Evangelios eran testigos oculares y que, si acertaron los detalles más pequeños, ¿por qué no los más obvios y grandes?

Aparte, también los Evangelios narran en ocasiones detalles irrelevantes que no avanzan la historia (p. ej., Mr. 4:35-36; 14:51) e incluso reportan detalles embarazosos que no aparentan ayudar a avanzar la causa (p.ej., Mr. 3:21; 8:32-33; 10:35-37; 14:37-40, 50; Jn. 7:5) ¿Es este el tipo de elementos que esperaríamos de una fabricación? Difícilmente.

2. Mujeres como las principales testigos de la resurrección

Curiosamente, quizás el detalle más embarazoso desde una perspectiva sociocultural es que las principales testigos de la resurrección eran mujeres (Mt. 28:1-8; Lc. 24:1-12; Mr. 16:1-8; Jn. 20:1-10).[2] El caso es que la sociedad judía de aquel entonces era una sumamente misógina. Tenían una concepción tan rebajada de la mujer que ni siquiera las aceptaban en las cortes como testigos válidos (Antigüedades IV.8.15). Inclusive, varios de los dichos rabínicos de entonces también eran sumamente misóginos. “¡Que las palabras de la ley sean quemadas antes de que sean entregadas a mujeres!” (Sotah 19a). “Bendito eres, Señor, Dios nuestro, Señor del universo, que no me hiciste gentil, esclavo, o mujer” (Berachos 60b).

Debido a estos prejuicios injustificados de la Palestina del primer siglo, ¿por qué habrían inventado los discípulos que las primeras y principales testigos de la tumba vacía eran mujeres? A menos que realmente haya sucedido. Si un autor incluye detalles que no ayudan mucho a su caso, que resulta vergonzoso para su causa, es muy probable que realmente haya sucedido. Esto es exactamente lo que no te inventarías en una fabricación si quisieras vender el punto más importante de tu historia. Es como si yo tratara de convencerte de que el gobierno oculta la existencia de vida extraterrestre porque Chencho el matapuercos me lo contó. Difícilmente convencería a alguien. De hecho, Celsus, un crítico del cristianismo del segundo siglo, se burló de la resurrección, precisamente porque María Magdalena (una mujer) es una de las alegadas testigos de la resurrección (Origen, C. Cels. 2.55). Si los evangelistas hubiesen estado interesados en vender una mentira no habrían presentado a mujeres como las testigos principales de la resurrección.

3. El origen de la fe de los discípulos

Virtualmente todos los eruditos del Nuevo Testamento —desde los más conservadores hasta los más escépticos— piensan que los discípulos originales creían sinceramente en la resurrección de Cristo. Sin embargo, la sinceridad de los discípulos originales no responde la pregunta millonaria: ¿qué motivó a los discípulos a creer en la resurrección? No pudo ser el prestigio, la fama o las riquezas, puesto que el cristianismo fue brutalmente perseguido tanto por las autoridades judías como las romanas por siglos. No pudo ser ninguna de estas cosas, porque la idea de un mesías crucificado era una inconcebible para los judíos y una idea ridícula para los gentiles (1 Co. 1:23). ¿Qué puede motivar a un grupo de personas a entregarlo todo, a vivir una vida de dificultad, sufrimiento y finalmente la muerte?

Decir que muchas personas han muerto por su fe y que la muerte de los discípulos originales no es diferente es una afirmación ingenua porque la diferencia recae en que los discípulos sabían con certeza si estaban muriendo por una mentira o no a diferencia de otras personas. ¿Quién moriría por una mentira sabiendo que es mentira? O habían visto al Cristo resucitado o no. Los discípulos terminaron dándolo todo por esta afirmación, incluso sus vidas puesto que tenían la certeza de haber visto, tocado e interactuado con el Cristo resucitado (1 Co. 15;1-8). Como una vez dijo Blaise Pascal, el legendario filósofo y matemático del siglo XVII: “yo le creo a los testigos que tienen las gargantas cortadas”.


[1] Peter J. Williams, Ph.D, resume el argumento aquí. Como nota aparte, contrario a lo que muchos de los promueven por internet (e.g., véase la película online Zeitgeist), virtualmente todos los eruditos del Nuevo Testamento rechazan la idea de que los evangelios tomaron ideas prestadas de otros mitos y leyendas. Esto, porque la evidencia sobre la cual dichas afirmaciones descansan son simplemente nulas, inexistentes o distorsiones groseras, tal como Mary Sharp argumenta en su ensayo: “Does the Story of Jesus Mimic Pagan Mystery Stories?” Come Let Us Reason: New Essays in Christian Apologetics.

[2] Una objeción común es que las narrativas de la resurrección y otros pasajes están llenas de contradicciones. Aparte del hecho de que muchas de las diferencias en las narrativas paralelas son suplementarias, no contradictorias, muchas de las aparentes contradicciones son fácilmente resueltas cuando comprendemos que de acuerdo a los estándares de las biografías antiguas, ciertos aspectos como el desorden cronológico de los eventos o la omisión de ciertos detalles no eran considerados como errores, sino aspectos pertinentes a énfasis, tiempo y espacio. Irónicamente, los mismos críticos que gritan “¡contradicción!” serían los mismos críticos que gritarían “¡conspiración!” si las narrativas de la resurrección no tuvieran diversidad. Véase el ensayo “Contradictions, Contradictions: Why Does My Bible Has All These Mistakes?” en Truth Matters: Confident Faith in a Confusing World.

Escrito por José Santiago
José Santiago es un estudiante de teología (M.Div) en Southwestern Baptist Theological Seminary. Él y su esposa, Kaitlyn, sirven en la Iglesia Bautista La Vid en Grapevine, Texas. Puedes seguirlo en Twitter.
 
Fuente: http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/3-razones-para-creer-en-la-resurreccion

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