¿Amigos con propósito? ¡Cuidado!

En estos días, las relaciones informales están a la orden del día, y la iglesia no es inmune a esta realidad. ¿Qué pasa con eso de ser «amigos con propósito»? A menudo, se convierte como una forma maquillada dentro del mundo evangélico para decir que son amigos «con derechos» en muchos casos. ¿A qué se debe esto?

Bueno, una gran parte de la responsabilidad recae en nosotros mismos. Solo porque un chico sea cristiano no significa que sus hormonas funcionen de manera diferente. Entonces, ¿debemos bajar nuestra guardia en nuestra fe? Por supuesto que no. La santidad no es algo que delegamos a otros.

Quizás pienses: «Pero eso no es para mí, estamos orando». ¡Y eso está bien! Pero, ¿realmente oran tanto como comparten mensajes o chatean? Así que no te excuses en eso de ser «amigos con propósito».

Cuando te sientes atraída por un chico y él siente lo mismo, ceder terreno es más común de lo que imaginas: los abrazos se vuelven más prolongados, se sientan más cerca el uno del otro, comienza a tomarte del brazo, luego de la mano, los besos de despedida se acercan más a los labios, y todo esto mientras «siguen orando». (Y sí, también puede llegar la intimidad sexual).

Si establecer una amistad genuina requiere más que unas pocas semanas y encuentros, ¿por qué crees que la dinámica es diferente en una relación romántica? Los amigos NO se besan, NO se abrazan de manera prolongada, NO caminan de la mano ni tienen contacto físico íntimo; y mucho menos tienen relaciones sexuales (incluso durante el noviazgo).

Quizás digas: «Casi somos novios, solo falta hablar con nuestros padres y/o pastores». Pero, ¿qué pasa si la relación no avanza? ¿Y si Dios no respalda la relación o simplemente no es el momento adecuado? Entonces, tomar distancia (si es que ocurre) puede sentirse como morir, todo por haber cruzado los límites.

En cambio, una amistad bien cultivada promueve el crecimiento espiritual e intelectual sobre el emocional, ya que lo físico no tiene cabida. Además, te ayuda a conocer verdaderamente el corazón y la condición espiritual del otro.

¡Autodominio! Solo tú puedes establecer los límites para evitar impulsos hormonales. Evita los tropiezos y apuesta por una amistad genuina. Así, evitarás entregar tu corazón y, si llegas a enamorarte, será de tu mejor amigo, no de un desconocido que solo te pretende.

 
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