¿Dónde está tu esperanza esta Navidad?

Hablamos de esperanza de manera casual, como esperar que nuestro equipo gane la Serie Mundial o que la tienda permanezca abierta tarde. Sin embargo, la esperanza de la Navidad es de un calibre superior. El mensaje navideño es claro: un Dios bueno se involucra en las cosas buenas de nuestro mundo.

En medio del caos que a menudo nos rodea, recordar esto puede resultar desafiante.

¡Cristo vino! A pesar del pecado y el escándalo, Cristo vino. A pesar del racismo y el sexismo, Cristo vino. Aunque la humanidad olvidó a Dios, Cristo vino. A pesar de los momentos que vivimos sin esperanza, Cristo vino. En medio de la pandemia y más allá de él, Cristo vino.

El embarazo sorpresa, el censo repentino, el largo camino de Nazaret a Belén. Desagradables y difíciles, sin embargo, resultaron en el milagro más grande del mundo. «Y [María] dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre» (Lucas 2:7).

Todo lo anterior sucedió para que este momento sucediera. ¿Fue la primera Navidad diferente de lo que María había planeado? Sí, pero resultó más grande de lo que ella podría haber soñado. Dios usó las luchas para cumplir su voluntad.

¿No necesitas ese recordatorio? En tu mundo de noches de desvelo, de trabajo duro y de mucho estrés, ¿no necesitas saber que Jesús mantiene todo bajo control?

Aquí tienes un recordatorio de cuatro pasos para encontrar ESPERANZA incluso en medio del caos durante las vacaciones:

  • Ayuda: Comunícate con alguien que necesite un acto de bondad.
  • Abre: Abre tu corazón a los milagros.
  • Ora: Haz de este el año en el que te tomes tiempo para hablar con Dios.
  • Disfruta: Disfruta lo que tienes. No te quedes pensando en lo que no tienes. Fija tu mente en lo bueno que te rodea y disfrútalo.

Quizás te identifiques con el cacharro que vi una vez. El auto traqueteaba por la autopista, le faltaba una puerta, el capó abollado y necesitaba pintura. En el parachoques que colgaba holgadamente había esta pegatina: «Toca la bocina si algo se cae».

“porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él.
Él es anterior a todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.” (Col. 1:16-17 ).

Dios lo mantiene todo junto. Y él lo mantendrá unido por ti.

Todo dentro de ti y cada voz a tu alrededor dice: “Vete!. Enfadate!. Emborrachate!. Drogate!.» Pero no escuches esas voces. No podrás enfrentar una crisis si no enfrentas a Dios primero.

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7

Cuando estás en la sala de emergencias, viendo cómo tus sueños se desmoronan, simplemente dile al Señor: “Aquí estoy, te necesito ahora”. Entre las lápidas del cementerio, deja que tus susurros alcancen a Jesús: “Querido Jesús, levántame”. Durante esos momentos difíciles cuando otros se quejan en voz baja, haz que escuchen tu oración sincera: “Dios, eres bueno. Necesito tu ayuda. Anímame, por favor”.

Al sumergirnos en el diario de oración del rey David, nos enfrentamos a la pregunta profunda: “Cuando todo lo bueno se desmorona, ¿Qué puede hacer la gente buena?” (Salmo 11:3).

¿No es nuestra la pregunta de David? Esta pregunta resuena en cada uno de nosotros. Cuando la vida nos presenta desafíos como ataques terroristas, enfermedades devastadoras, colapsos familiares o divisiones en la iglesia, nos preguntamos: ¿Qué pueden hacer las personas buenas? ¿Cuál es la respuesta piadosa a los contratiempos y calamidades inesperadas de la vida?

Encuentra respuestas en la esperanza, fortaleza y fe en estos momentos difíciles, recordando que hay luz incluso en las situaciones más oscuras.

Curiosamente, David no responde a su propia pregunta con una simple respuesta; en cambio, ofrece una poderosa declaración: “El Señor está en su santo templo; el Señor está en su trono en el cielo” (v. 4).

Su punto es claro y contundente: cuando todo a nuestro alrededor parece temblar, Dios permanece inquebrantable. Él reside en Su santo templo, y Su plan nunca se descarrilará. Nuestras tormentas no afectan a Dios; Él no se deja intimidar por nuestros problemas.

A lo largo de la historia, Dios ha convertido la tragedia en triunfo. Lo hizo con figuras como José, Moisés, Daniel y, sobre todo, con Jesús en la cruz. A pesar de la muerte del regalo celestial, Dios demostró su poder. En esos momentos oscuros, cuando todo lo bueno parecía desmoronarse, Dios respondió con el estruendo de la tierra y el rodar de la roca, recordando a todos: “El Señor está en su santo templo; el Señor está en su trono en el cielo”.

Si tu Navidad se presenta difícil, encuentra consuelo. Dios sigue en Su templo, en Su trono y en control. Él sigue transformando prisioneros en príncipes, cautivos en consejeros, viernes en domingos y sacando belleza incluso de Belén.

Así lo hizo en el pasado, lo hace en el presente y seguirá haciéndolo, tanto para ti como para mí.

 
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