Encender la llama en otros

Encender la llama en otros

 
«He pasado mi vida siguiendo la estela de Billy Graham, como un botecito que sigue a su barco grande».

Esta declaración viene de Jay Kesler, un «botecito» con importantes logros. Durante mucho tiempo fue presidente de Juventud para Cristo y luego presidió la Universidad Taylor por varios años innovadores, además de ser pastor en diferentes iglesias durante toda su carrera. Hoy Jay está retirado y ha vuelto a ser pastor mientras sirve en diversas juntas, incluyendo la de Christianity Today. También recibe invitaciones para dar discursos en diferentes eventos, desde ceremonias de graduación en universidades y en reuniones de estudiantes.

Corazón de pastor

Unos años antes de que nombraran a Kesler presidente de JPC, Billy realizaba una cruzada en Río de Janeiro; en dicha ciudad también se celebraba una reunión de JPC. Billy y Jay se hospedaban en el mismo hotel, por lo que, cuando Billy subió a la terraza a tomar sol, invitó a Jay a acompañarle. «Mientras descansaba y se recuperaba, hablamos durante un par de horas sobre los desafíos del ministerio a los jóvenes, —recuerda Jay—. Billy sabe escuchar y me sentí afirmado. Nos alentó a seguir enfocados en la evangelización, evitando los temas secundarios como la escatología, las diversas diferencias denominacionales, los modos de bautismo y todo lo que fuera político».

Los efectos más profundos del ministerio de Billy los dejó el modo en que azuzó el fuego de otros líderes, más allá de su organización.
No construía su propio imperio, sino algo más grande.
Lo logró a través de cientos de conexiones como sus contactos con Kesler y en reuniones mundiales como las de sus conferencias en Ámsterdam, a las que miles de evangelistas asistían para obtener inspiración y dirección. Fue idea suya el lanzamiento de este gran emprendimiento y fue su liderazgo el que lo facilitó.

Impartir visión

Su visión era en realidad extraordinaria, y consiguió inspirar a los diez mil líderes de ciento ochenta países que asistieron. Aquí incluimos su exhortación a quienes se reunieron en esa fecha: «Somos la primera generación con la asombrosa capacidad de destruir a la humanidad y eliminarla de la faz del planeta a causa del desarrollo de increíbles armas de destrucción masiva. Pero también, en esta década, sostenemos en nuestras manos los avances tecnológicos en comunicaciones que nos permiten llegar a cada rincón de la tierra con el evangelio. Pidamos, entonces, a Dios que nos dé una visión renovada. Puede ser doloroso para nosotros enfrentar con sinceridad los fracasos de nuestra vida y confesarlos ante Dios, pero pidamos al Señor que derribe las barreras de nuestro corazón y mente, para fortalecer nuestras manos y ampliar nuestra visión y que nos use para su gloria y gozo».

Billy no solo alentaba. Leía cada uno de los borradores del documento redactado en Ámsterdam para guiar a esos miles de emisarios cristianos. Estaba decidido a que se informaran con la mejor teología y estrategia, con el propósito de que llevaran la buena nueva a sus naciones.

 

 

«Abrió el territorio para los demás —comenta Kesler—, y acudíamos a él para encontrar puntos de partida y rumbo».

Ser ejemplo

¿Qué tipo de puntos de partida? Kesler recuerda que décadas atrás JPC intentaba trazar un curso sobre el tema racial. «Su ejemplo fue muy importante para nosotros. Hasta entonces, en los mundos cristianos conservadores creíamos que negar el evangelio era pecado aunque negar los temas de justicia social era solo un error. Al ver a Billy nos dimos cuenta de que necesitábamos ubicar a ambos en la misma categoría, y que al dejar a uno sin el otro mutilábamos el mensaje. A Cristo se le desobedece de igual manera en temas raciales como en teológicos. Esta conciencia nos volvió “nuevos evangélicos”».

Buscaba la integración en sus campañas, por lo que invitaba a su organización a evangelistas negros —comenta Kesler—. Veíamos cómo procedía, así que nosotros, en la década de los sesentas, también comenzamos a presentar líderes negros, como Bill Pannel y Tom Skinner. En una cubierta de nuestra revista Campus Life publicamos una fotografía de chicos blancos y negros que viajaban juntos en un auto convertible. Nos devolvieron cientos de ejemplares grupos que no quisieron distribuirla en el Sur. Sin embargo, continuábamos comprometidos con la integración, además, el ejemplo de Billy nos confirmaba que seguíamos el rumbo indicado».

Impacto profundo

Jay nos explicó que sus contactos con Billy fueron limitados, lo cual es un punto importante.
Muchos en los que Billy influyó pasaron poco tiempo con él.
Jay opina que, a pesar de que se vieron en persona pocas veces, «Billy es alguien muy grande para mí. Representaba lo que queríamos alcanzar». Como voraz lector de libros que despiertan a la reflexión y brillante comunicador, Jay cuenta con capacidades muy diferentes a las de Graham. Sin embargo, como muchos otros líderes con el mismo compromiso de corazón, veía que Billy poseía integridad, sabiduría y una bandera a la que valía la pena seguir.

Jay también señala que no se trataba solo de Billy: «Toda la organización Graham, toda su gente, nos alentaron de forma tremenda». Jay busca la mejor manera de expresarlo, y al final agrega: «La mejor metáfora sería el rey Arturo. Los Caballeros de la Mesa Redonda sentían profundo afecto y lealtad por su rey. Billy es la combinación de unas diez personas que entregaron toda su vida y carreras para llegar al mundo por Cristo. Nunca he encontrado a un colaborador de Billy Graham que hablara con enojo, envidia o desilusión sobre su participación en la Asociación. No son cortesanos, ni son obsecuentes, nada por el estilo. Simplemente comparten una visión».

Influencia perdurable

Desde sus primeros días en el ministerio, Billy ejerció este impacto amplio y perdurable sobre los líderes, tanto laicos como eclesiásticos. Por ejemplo, después de sus reuniones en Inglaterra, en 1954, muchos aspectos cambiaron en el clero de Gran Bretaña. El estudioso británico J. J. Packer calcula que en 1944 solo cinco por ciento del clero británico podía considerarse conservador y evangélico; para 2005, más de treinta por ciento de los clérigos de la Iglesia de Inglaterra se valoraban evangélicos de algún tipo, y Packer rastrea este cambio hasta el impacto de Graham en 1954.

La campaña de la ciudad de Nueva York en 1957 brinda otro ejemplo de su influencia. Un año después se celebró una reunión en el Madison Square Garden, y cuando se pidió que se pusieran de pie los que se habían convertido durante las reuniones de Graham en aquella fecha, miles de personas se levantaron de sus asientos. Quizá el impacto de mayor duración fue sobre el liderazgo pastoral de Nueva York. Aunque Billy no había estado allí durante ese año, un ministro le compartió que era imposible expresar con palabras cuánto había contribuido la campaña por elevar la moral, la confianza y la motivación entre los ministros de Nueva York.

Se tomó del libro Secretos del Liderazgo de Billy Graham, Editorial Vida, 2006. Se usa con permiso. Todos los derechos reservados.

Fuente: http://lideresemergentes.org/2013/05/08/encender-la-llama-en-otros/

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