Pues sí, lamentablemente todo parece indicar que las Iglesias Evangélicas españolas estamos perdiendo el tren de la evangelización en Internet.
Al contrario que otras confesiones o grupos religiosos, las Iglesias Evangélicas estamos haciendo un uso muy limitado de Internet para la evangelización, lo cual es un grave déficit dado que, si bien Internet no va a sustituir a las formas tradicionales de evangelización, hemos de reconocer que la red sí ha supuesto una revolución en la forma en la que podemos establecer ese contacto.
La situación, de hecho, es bastante preocupante. Pocas iglesias evangélicas disponen de páginas web actualizadas, tanto en contenidos como en tecnologías, y menos aún son las que hacen un uso estratégico de las redes sociales para evangelizar.
La práctica totalidad de los contenidos está dirigida a los propios creyentes o a personas interesadas en los grupos religiosos (actividades, declaración de fe, horarios, predicaciones, etc.), mientras que los contenidos dirigidos a mostrar cómo el evangelio transforma vidas o da respuesta a problemas cotidianos de las personas brilla por su ausencia.
De hecho, entre los profesionales de Internet se habla de “San Google” porque “ahora se le preguntan cosas al buscador que antes se preguntaban a los confesores” (o a los pastores).
Personas que acaban de perder un familiar o el trabajo, que buscan una salida a su depresión, un sentido a su vida, mujeres víctimas de malos tratos, personas que están solas, que anhelan paz, consuelo o un poco de amor acuden a Internet en busca de ayuda para sus problemas, y si no estamos o no tenemos contenidos que respondan a sus necesidades estaremos perdiendo una oportunidad de oro para poder alcanzarles con el Evangelio.
Algunos datos sobre búsquedas mensuales en Internet en España:
De acuerdo con estos datos 12.000 personas cada año le preguntan a Google en España qué hacer con su vida y lo único que Google les muestra son páginas de coaching, psicología, autoayuda y charlatanes. En los primeros cien resultados solo hay uno evangélico y está sobre la posición 70 y es de EEUU.
Y ¿qué están haciendo otras confesiones religiosas? Pues hay un poco de todo, pero en un análisis somero de la situación podemos ver que algunas se están “poniendo las pilas” y están haciendo un trabajo serio en Internet.
Veamos algunos ejemplos:
Mientras tanto, ¿qué estamos haciendo las Iglesias Evangélicas en Internet? Pues lo cierto es que aunque tenemos una cierta presencia en Internet aún estamos muy lejos de tener una presencia notoria.
De hecho, si buscamos frases del tipo “dónde está Dios cuando más lo necesito” aparece una cantidad respetable de iglesias evangélicas de Hispanoamérica, quienes sí están utilizando Internet de forma más amplia, en los primeros lugares. Lo mismo ocurre si buscamos “iglesias evangélicas”, y eso que Google prima en los resultados la proximidad geográfica a la persona que busca.
Lo cierto es que todo ello demuestra lo que decía al principio, y es que pocas iglesias evangélicas están utilizando Internet de forma estratégica como un canal de apoyo a la evangelización o de presencia social.
De hecho, todavía hay muchas iglesias que no tienen página web cuando es algo que apenas les costaría 90 € al año (los servicios de alojamiento web de pago son mucho mejores que los gratuitos) y mejoraría la visibilidad de las congregaciones ante sus comunidades y la visibilidad y el impacto del Evangelio en general.
Otras tienen, pero nos encontramos con un elevado porcentaje de webs obsoletas no adaptadas a los nuevos dispositivos y tecnologías.
Asimismo, la práctica totalidad están basadas en contenidos para “consumo interno”, totalmente enfocadas en el trabajo pastoral o de promoción obviando el enfoque evangelístico.
Asimismo, el formato de los contenidos suele resultar poco apropiado. Hemos de pensar que Internet tiene su propia “Homilética” y sus propias reglas de cortesía. No aplicarlas supone perder mucha visibilidad en la Red y puede generar algún que otro problema.
El resultado es un escaso impacto en su entorno al no responder a las necesidades o problemáticas de la gente de dicho entorno.
Y en cuanto al uso de las redes sociales me temo que todavía hay un desconocimiento bastante generalizado de cómo hacer una gestión eficaz de las mismas, empezando por el tipo de cuenta que se debería usar, el empleo de grupos o cómo redactar los contenidos para alcanzar la mayor difusión e impacto entre la gente que nos rodea.
Pero más grave aún es el hecho de que haya algunas denominaciones que o no tienen página web oficial o esta se encuentra desactualizada, tanto a nivel tecnológico como de contendidos, y las que sí están al día carecen de un plan de contenidos planificados.
Todo ello provoca que el impacto de las Iglesias Evangélicas en las redes sociales e Internet sea extraordinariamente bajo, salvo muy contadas excepciones, con lo que ello comporta de pérdida de presencia, influencia y de capacidad de alcance con el Evangelio a un mundo perdido.
Pues lo cierto es que hay mucho por hacer y, como vamos tarde, hay que hacerlo muy bien, porque en este nuevo entorno digital los errores y las improvisaciones se pagan muy caros.
Por ello, y en primer lugar es esencial una fase de concienciación sobre los siguientes aspectos:
Una vez tomada conciencia se ha de pasar a una fase de formación en el uso adecuado de las herramientas más habituales, en la “Homilética de Internet y reglas digitales de convivencia» así como en la preparación de contenidos.
Solo entonces estaremos en condiciones de iniciar la fase activa de evangelización en Internet con ciertas garantías de “no meter la pata”. Lanzarse a Internet a ciegas, en el mejor de los casos, puede suponer una pérdida de tiempo, cuando no un grave problema de testimonio.
Para concluir me gustaría dejaros la siguiente frase para la reflexión:
«La Iglesia tiene el deber de aprender los nuevos protocolos comunicativos y los nuevos lenguajes telemáticos para poder continuar su diálogo con la humanidad. Sólo así podrá establecer un verdadero diálogo con el hombre de hoy en un medio como Internet que es esencialmente interactivo»
Esta frase la pronunció el cardenal Darío Castrillón en una intervención en el Congreso Continental sobre Iglesia (Católica) e Informática celebrado en México allá por 2003.
Pensemos que hay todo un mundo digital esperando a que vayamos a ellos con el mensaje del Evangelio, ¿o nos vamos a quedar callados en Internet?
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