Lo que estamos haciendo mal online «El Pecado silencioso»

Esta semana en las redes sociales ha sido interesante para los evangélicos. Cuando líderes prominentes hablan sobre un tema controvertido, y nosotros escuchamos.

Y luego, por lo general, discutimos.

Las redes sociales se han convertido en una cultura propia, un lugar donde se forjan amistades y se eligen peleas, donde los titulares aterrizan primero y los debates apasionados se encienden en un instante. Hay mucho que adoro sobre las redes sociales, realmente. Me ha llevado a rincones de Internet que me han dado vida y que de otro modo nunca hubiera descubierto.

Pero al mismo tiempo, hay mucho en las redes sociales que me parte el corazón. Despierta cosas en nuestras almas que son peligrosas y en gran parte desapercibidas. La semana pasada fue un comentario que dijo o se mal entendió de Dante Gebel y la Iglesia es un ejemplo demasiado oportuno de cuánto daño podemos causar a nuestros propios corazones cuando nos involucramos en esas peleas, que están generando una cultura de la manera incorrecta.

A los pocos días fue otra temática que no pude dejar pasar por alta en Facebook, hasta algunos comentarios me causaban mucho enojo por la forma de pensar de los cristianos ¿el resultado? muchos hermanos cristianos enojados entre sí. Sinceramente, tuve que hacer una pausa en mi vida y arrepentirme de mi enojo hacia todas las personas enojadas. Es un ciclo vicioso, en realidad. «La ira no saludable» ha estado dando vueltas a nuestro alrededor durante un tiempo, disfrazándose de pasión, exhortación o justicia social, y hemos dicho: «Sí, adelante. Eres bienvenido aquí».

Para ser claro: la pasión, la exhortación, la justicia social e incluso la ira justa deben ser bienvenidas, por supuesto. Pero los insultos, el cuestionamiento de la fe y los comentarios despectivos, eso no está nada bien. Eso no es algo que debamos tolerar, ya que nos lleva a sacarnos los ojos entre hermanos y prácticamente es como un camino sin vuelta, si no dejamos que Dios nos cambie.

Somos rápidos para atacarnos mutuamente cuando los temas candentes llegan a los titulares, cuando la ira ha estado acechando en la parte superior de nuestras feeds todo el tiempo. En cambio, ¿no deberíamos ser rápidos y valiente demostrando empatía, amor, misericordia, amabilidad para aquellos con los estamos en desacuerdo? Vemos personas malvadas conectadas y las ignoramos. Incluso podemos convertirnos en personas malvadas en las redes. Este es simplemente un pecado que a los cristianos les encanta ignorar. Y no es el único.

Las redes sociales son un mundo curado. Todos lo sabemos y, aun así, incluso cuando vemos fotografías perfectamente diseñadas, permitimos que pedazos de tristeza se instalen en nuestras almas con cada «me gusta». No es que nuestras vidas no sean ricas, plenas y hermosas. Pero de alguna manera, cuando echamos un vistazo a los momentos destacados de otros, los de ellos parecen mucho mejor que lo nuestro. Una mentira sutil se cuela y nos dice que tienen una ventaja sobre nosotros; que relaciones más ricas, vidas más plenas y significados más profundos existen en todas partes menos aquí. Lo que siempre ha sido suficiente para nosotros de repente ya no lo es.

La envidia no es nueva, por supuesto. Un vistazo rápido al Antiguo Testamento te recordará que las mentiras y los asesinatos pueden rastrearse hasta esta raíz. Todavía estamos atrapados en esta antigua lucha, solo que ahora no parece que estemos luchando tan duro. En estos días, proclamamos nuestra envidia en la sección de comentarios, sobre los perfectos salones de estar de nuestros amigos, cuerpos en forma, cuerpos esbeltos y vacaciones extravagantes.

Se podría argumentar que un comentario de «¡Envidia!» en las redes sociales es solo un comentario frívolo. Pero no lo compro. Lo siento en mi propio corazón todo el tiempo, que he intercambiado la gratitud por el monstruo de ojos verdes, que la lujuria en mi corazón grita: «¡Más, más, más!» cuando paso demasiado tiempo en las profundidades de Instagram. Hacerlo un comentario favoreciendo a tu amistad por más que no te agrade su foto, no quitará la envidia en lo profundo de tu alma. Al decir esto sé que no soy el único que atraviesa por esta situación. Por eso quiero recordarle que esto es un pecado que a los cristianos les encanta ignorar.

Sanidad en las redes

Entonces, ¿cuál es la alternativa saludable para mejorar nuestra situación en las redes? Algunos podrían leer este artículo y sentir la necesidad de señalar a los grandes culpables de estos pecados socialmente aceptables. En relación a eso, advierto: todos somos grandes culpables aquí. Los pecados que viven en nuestras almas son más difíciles de señalar, y más difíciles de matar. El hecho de que no hayamos participado sobre el comentario a Dante Gebel, no significa que seamos inmunes a la ira malintencionada, la lujuria o la envidia.

Quizás no pueda quedarme callado en las redes sociales. Pero debemos comprender que debemos generar los espacios correctos, para demostrar el amor de Dios, de ser empáticos, tolerante y misericordioso, porque ello será de testimonios para las personas que nos siguen o compartimos una amistad.

Navegar bien por Internet, honrar a Jesús y a los demás y los valores que apreciamos, no es una tarea fácil. Pero es posible. Más arriba, más adentro. Que esa sea la canción que canten nuestros corazones.

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