Todo lo que me enseñaron sobre sexo y el matrimonio en mi iglesia es incorrecto

Voy a compartirles una experiencia personal de hace muchos años, para ser preciso estaba en sexto grado cuando me tocó asistir a un gran campamento cristiano de verano, cuando el orador se presentó lo hizo de la siguiente manera : «Hola, mi nombre es Dave y seré su conferencista esta semana. Vine con Lauren, mi sexy esposa».

En ese momento, esta declaración fue aceptada como un hecho. «Él es Dave, tiene una sexy esposa, y me va a hablar de una relación con Jesús». (Sin embargo, en retrospectiva, uno se siente inclinado a sentir náuseas)

Es seguro que Dave dijo muchas cosas excelentes esa noche, pero con el paso de los años, la línea de la «sexy esposa» fue lo que permaneció en mi memoria, mientras que casi nada más lo hizo. Con esa única declaración, Dave contribuyó a una narrativa sobre sexo y relaciones, que luego mis líderes juveniles y otros oradores continuarían promoviendo durante años.

A través de varias charlas sobre abstinencia, citas y relaciones, mi comprensión del matrimonio se vio plagada de líneas repetidas una y otra vez, como «no merezco a mi sexy esposa» y «el sexo es increíble y se siente genial, pero debes esperar. Yo lo hice».

Por bien intencionados que fueran, los oradores utilizaron estas líneas para predicar el Evangelio, pero lo principal que pude asimilar fue una comprensión superficial del sexo y el matrimonio. Me encontré creyendo en dos mentiras: «el matrimonio y el sexo son completamente diferentes» y «el sexo se trata de mí».

Matrimonio y Sexo Son Completamente Diferentes

La mayoría de las charlas y sermones sobre intimidad física y matrimonio se encuentran fragmentados. Se trata de sexo… y luego matrimonio, o se trata de matrimonio… y luego sexo. El sexo se convierte en un «complemento» para el matrimonio, al igual que un cobertizo en el patio trasero es un «complemento» para una casa. No tiene nada que ver con la relación real, nada que ver con la integridad estructural de la casa en sí. Es simplemente un beneficio adicional.

O viceversa. Nos dicen que debemos esperar para tener sexo hasta que estemos casados, y el matrimonio en sí puede convertirse fácilmente en el accesorio. El sexo es el fundamento y la casa principal; el resto de la relación es solo el cobertizo en el patio trasero.

A través de este fragmento, el sexo y el matrimonio se vuelven mutuamente excluyentes e independientes entre sí.

Sin embargo, la Biblia parece centrarse en la persona integral. Fue Jesús quien sanó los pecados espirituales y las dolencias físicas de un hombre (Lucas 5:22-24). Fue la fe espiritual de la mujer con hemorragias lo que sanó sus heridas físicas (Lucas 8:43-48). Jesús estaba espiritualmente angustiado y sudaba sangre física (Lucas 22:44).

Repetidamente, Jesús rompe con el statu quo. Parece pensar que palabras como «físico» y «espiritual», aunque son descriptores necesarios de la realidad, no son la realidad misma. Todos los diferentes aspectos de ser humano no pueden ser fragmentados. Y en el matrimonio, dos personas complejas se convierten en una (Marcos 10:8). Se unen en una comunidad íntima y se convierten en un ser integral. Un ser que es intrincado e incapaz de ser dividido.

Comencé a darme cuenta de esta verdad el otro día. Mi amigo, quien está casado, me decía que el sexo no ocurre simplemente apagando las luces y poniendo música de Marvin Gaye. Dijo que consiste en la amabilidad; en pasar un día escuchando a su esposa; en conversaciones triviales durante la cena. Dijo que se parece al servicio y al respeto mutuo. La pasión del momento no se convoca desde un abismo sin fondo de atracción; se crea a través de la convivencia y el amor mutuo.

«El sexo se trata de mí»

La línea de la «sexy esposa» es una de las muchas frases populares utilizadas por los pastores juveniles cuando hablan sobre el matrimonio o el sexo. Otra cosa que escuché con frecuencia en las charlas sobre abstinencia fue que reconocen que «el sexo es asombroso. Se siente increíble». Sin embargo, nunca escuché la perspectiva de las esposas «sexy» como si para llegar a disfrutar del sexo debería tener una esposa «sexy»

El sexo implica a dos personas, pero solo un lado estaba hablando; solo un lado me decía lo maravilloso que era.

Debido a esto, mi comprensión del sexo se volvió naturalmente distorsionada y unidireccional. Lo que escuché fue: «Voy a disfrutar teniendo sexo. Me hará sentir genial».

Esta mentalidad me coloca por encima de todo lo demás. La «sensación asombrosa» puede ocurrir con cualquier mujer. La mujer en particular, mi esposa, es solo un medio para un fin. Ella simplemente satisface mi necesidad de sentirme «asombroso».

En otras palabras, el sexo no tiene nada que ver con la relación y tiene todo que ver con el individualismo implacable. Tiene todo que ver con la sensación que obtengo de él. Tiene todo que ver conmigo.

Leyendo la Biblia, esta mentalidad no se sostiene. La Biblia habla una y otra vez de amar al otro como un fin en sí mismo, no simplemente como un medio para alcanzar otro fin. Habla de sacrificio y amor. Dice que Cristo amó tanto a la Iglesia que murió por ella, y dice que este sacrificio es una imagen del matrimonio (Efesios 5:25).

Cristo no amó a la Iglesia por lo que ella podía hacer por Él. Él amó a la Iglesia por lo que ella era.

La Biblia me llama a sacrificar por mi futura esposa y ponerla en primer lugar, por encima de mis deseos o sentimientos.

Sexo y Realidad

Como hombre soltero, espero tener una relación. Como hombre que todavía no conoció a su compañera, realmente espero disfrutar en la intimidad. Entendiendo que el sexo es una comunicación de compromiso, un acto de amor de pacto. Y eso suena divertido.

También creo que vale la pena, totalmente que vale la pena, esperar hasta el matrimonio para tener sexo. Creo que fluye en una corriente más profunda y valiosa que la tendencia común del sexo casual. Creo que abstenerse es una confesión de fe muy valiosa, del mismo modo como lo es el ayuno: es una elección activa de enfocar mi mente en cosas superiores. Y cuando llegue al matrimonio, cuando de ese beso, tenga mi primer baile y las lágrimas de emoción hayan pasado, cuando llegue ese momento… sé con seguridad que toda la espera habrá valido la pena.

Pero no valdrá la pena por las razones que sugieren los oradores con esposas «sexy».

Será algo más profundo; algo de pacto.

Escrito por Drew Brown
Drew Brown escribe sobre la vida, Dios y The Office en drawbrownwrites.com y tuitea @drewbrownwrites.
 
Fuente: https://relevantmagazine.com/life5/relationships/everything-my-church-taught-me-about-sex-and-marriage-wrong/
 
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