Un Rostro que refleja la confianza en Dios

Me creerías si te digo que al depositar toda nuestra confianza en la Palabra de Dios y descansamos en Su amor, nuestro rostro puede experimentar un cambio profundo, reflejando un testimonio radiante a otros.

¡Sí! Cuando entregamos todas nuestras preocupaciones a Jesús, un cambio profundo se manifiesta en nuestro semblante. Las Escrituras nos ofrecen ejemplos claros: recordemos a Ana, quien al dejar su carga ya no estuvo más triste «Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió.» (1 Samuel 1:18 NVI). Este es el poder de confiar plenamente en Dios.

«El Brillo de Jesucristo en Nuestro Rostro»
Esteban, enfrentándose a hombres hostiles, tenía un rostro que sorprendió a todos, parecía el rostro de un ángel (Hechos 6:15). Aún rodeado de personas incrédulas y con el deseo de matarlo, Esteban permanecía con el brillo de Jesucristo en su rostro. Por esa razón, más allá de la belleza física, nuestro rostro puede ser un testimonio claro de la presencia y el amor de Dios.

«Habla con Tu Rostro: Fidelidad en Tiempos Difíciles»

Es nuestro deber dejar que nuestro rostro hable de la fidelidad de Dios en nuestras vidas. A menudo, nuestros rasgos faciales y lenguaje corporal revelan ansiedad y preocupación. Pero, recordemos que nuestro Padre celestial nunca nos abandona, y podemos confiar en Su ayuda.

Los rostros de muchos creyentes dicen: “Dios me ha fallado. Ya no me importa. Debo llevar todas mis cargas y problemas yo solo, porque Dios no me ayuda”.

Puede que no te digas esas cosas conscientemente, pero se notarán en tu rostro. Quiero mostrarte desde la Palabra de Dios que lo que estás pasando no es nuevo.

Las luchas emocionales y espirituales no son nuevas. El salmista en el Salmo 77 describe la desesperación, la queja y el quebrantamiento.

Alguien más ha estado exactamente donde tú estás. “Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo… Me quejaba, y desmayaba mi espíritu… Estaba yo quebrantado, y no hablaba… ¿Desechará el Señor para siempre, y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa?… Dije: Enfermedad mía es esta” (Salmos 77:2-10).

Pero, al buscar al Señor en medio de la angustia, encuentra la esperanza y recupera la alegría.

Con mi voz clamé a Dios… al Señor busqué en el día de mi angustia” (Salmos 77:1-2)

La Clave del Cambio»

Si te identificas con estas luchas, te animo a hacer algo hoy mismo. Encuentra un lugar tranquilo y habla con Dios. Exprésale tu carga, dile que has llegado al fondo y que estás listo para confiar en Él completamente. Este es el primer paso hacia un cambio profundo.

 
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