Peligrosamente cerca de la muerte

David Wilkerson Peligrosamente cerca de la muerte

El quinto capítulo de Marcos cuenta la historia de Jairo, el desesperado principal de la sinagoga que le pidió a Jesús que sanara a su hija. La niña de doce años estaba peligrosamente cerca de la muerte, y Jairo le rogó a Cristo que fuera a su casa e impusiera sus manos sobre ella.

Jesús estuvo de acuerdo en ir con él, pero primero se detuvo en el camino a ministrar a una mujer con una enfermedad de flujo de sangre. (Esta fue la mujer que fue sanada cuando tocó el borde de sus vestiduras) Mas mientras Jesús se tardaba, un mensajero llegó con trágicas noticias: la hija de Jairo había muerto. Él le dijo al principal de la sinagoga: “…Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (Marcos 5:35).

El corazón de Jairo fue conmovido de dolor. El pensó: “Si tan solo hubiésemos llegado a tiempo. Ahora es demasiado tarde. Mi hija se ha ido.” Pero Jesús le dijo con un tono de confianza: “No temas, cree solamente” (Versículo 36).

Mientras se acercaban al hogar de Jairo, escucharon sonidos de lamento y llanto. Era la familia y los vecinos de Jairo, llorando por la niña. Imagina el contraste de esta escena: Aquí estaba Dios hecho hombre, el creador del universo, capaz de hacer cualquier obra imaginable, mas ellos estaban llorando en Su presencia. En resumen, ellos estaban testificando: “Dios solo puede ayudar mientras quede algún signo de esperanza. Pero una vez que la vida se ha ido, no hay mas necesidad de llamarlo. Ni siquiera Él puede restaurar ese tipo de situación.”

¿Cuántos cristianos hoy en día no claman al Señor porque piensan que no hay esperanzas para su problema? Multitudes confían en el Señor solo hasta el punto que algo muere en sus vidas. No me estoy refiriendo a la muerte de una persona; estoy hablando de la muerte de un matrimonio, de una relación, de un sueño, de la esperanza por la salvación de un ser querido, de cualquier cosa en tu vida que tu creas es imposible arreglar, cambiar o restaurar.

Jesús reprendió tal incredulidad. Él le dijo a la muchedumbre que lloraba en el hogar de Jairo: “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme” (Versículo 39). Él estaba diciendo: “Esta situación no es lo que ves o piensas. Tú piensas que se perdió toda esperanza, pero Yo digo que habrá restauración”. Entonces Él fue a la habitación de la niña y diciendo solo palabras, Trajo a la niña de vuelta a la vida. “Y luego la niña se levantó y andaba” (Versículo 42).

Nada está demasiado “muerto” o demasiado lejos para que Él pueda devolverlo a la vida. Él está diciendo: “Pon tu confianza en Mí para arreglar tu problema. Nunca es demasiado tarde para que Yo obre.”

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