Conde Zinzendorf: un misionero de la iglesia morava

Nikolaus Ludwig von Zinzendorf nació en Dresden, Alemania, el 26 de mayo de 1700. Aunque su padre falleció cuando él tenía solo seis semanas, su madre lo describió como un regalo y rezó por su virtuoso camino. Criado por su abuela, una figura espiritual y pietista, Zinzendorf se sumergió en el pietismo, movimiento que buscaba una conexión personal con Cristo.

La abuela, Henriette Katharina von Gersdorf, cercana al teólogo Phillip Jakob Spener, padrino y primer maestro de Zinzendorf, influyó en su educación. Zinzendorf creció inmerso en la lectura bíblica, himnos evangélicos y prácticas devocionales, escribiendo cartas a Jesús desde joven. A los 10 años, asistió al «Paedagogium» de August Hermann Francke, donde se sumergió en estudios que abarcaron griego, hebreo, latín y francés.

Aunque su familia anhelaba que Zinzendorf siguiera una carrera legal, su corazón lo inclinaba hacia la teología. A pesar de las expectativas de ser conde, él buscaba el servicio público. A los 16 años, lo enviaron a Wittenberg para estudiar leyes, pero su pasión por la causa del Señor crecía poderosamente, alimentada por las enseñanzas y experiencias que compartía con Francke.

El joven Zinzendorf enfrentaba una encrucijada entre las expectativas familiares y su devoción religiosa, un dilema que daría forma a su vida en los años venideros. Aunque destinado a ser conde, su corazón latía por un servicio más profundo a Dios.

En 1716, Nikolaus Ludwig von Zinzendorf ingresó a la Universidad de Wittenberg, marcada por el luteranismo ortodoxo y desconfianza hacia el pietismo. A pesar de ser pietista, su enfoque estaba en la unidad cristiana más que en las diferencias doctrinales. Tras graduarse en 1719, emprendió el «Grand Tour» europeo, donde, en Dusseldorf, una pintura de Domenico Fetti lo confrontó. El cuadro del Ecce Homo lo llevó a reflexionar sobre su relación con Jesús.

De regreso en Dresden en 1721, Zinzendorf, contra los deseos familiares, se convirtió en consejero judicial. Sin embargo, su descontento creció, y su encuentro con la pintura lo impulsó a buscar el llamado de Jesús. A los 21 años, dejó su posición y compromisos familiares para dedicarse a la «obra del Señor». Se casó con la condesa Erdmuthe Dorothea de Reuss, influyente en su vida y colaboradora en su futura labor.

En 1722, Zinzendorf se dedicó a la «obra del Señor», fundando un refugio en Sajonia con el dinero de su herencia. Este refugio, conocido como «Herrnhut», significando «bajo la mirada del Señor», acogió a cristianos moravos perseguidos de Bohemia y Moravia. La comunidad creció bajo el liderazgo del moravo Christian David, alcanzando 90 residentes en 1725 y 300 en 1726.

En 1727, Zinzendorf se trasladó a Herrnhut, comprometiéndose con la comunidad. Adoptó un enfoque pastoral, visitando hogares y proporcionando orientación bíblica. Introdujo «el Acuerdo de la Hermandad», un manual de reglas comunitarias. Doce ancianos lideraron, y servidores se designaron para seguridad y asistencia económica. Su lema: «no puede haber cristianismo sin comunidad».

Ese mismo año, Zinzendorf descubrió la constitución de la «Unidad de los Hermanos» husita del siglo XV, notando similitudes con las prácticas en Herrnhut. La antigüedad de la Iglesia morava y la convergencia de principios religiosos reforzaron su convicción en la dirección de la comunidad.

Zinzendorf compartió la constitución de la «Unidad de los Hermanos» con los residentes de Herrnhut, iniciando la congregación morava en Alemania. Esta comunidad se renovó espiritualmente en 1727, conocida como el «día de pentecostés». A partir de esta iglesia, nació un significativo proyecto misionero. Durante un viaje a Copenhague, Zinzendorf conoció a Anthony Ulrich, un hombre negro, y envió a dos jóvenes, Leonard Dober y Tobias Leupold, como los primeros misioneros protestantes modernos.

En dos décadas, la iglesia morava, liderada por Zinzendorf, envió más de 70 misioneros a diversas partes del mundo. Zinzendorf también fue un misionero, visitando Saint Thomas y Nueva Inglaterra, estableciendo iglesias en Nueva York y Pensilvania. Sin embargo, enfrentó desafíos en Sajonia y fue expulsado en 1738, regresando en 1747 después de la derogación de su destierro. En 1749, debido a tensiones en Herrnhut, se trasladó a Londres y, en 1754, logró el reconocimiento legal de la iglesia morava en Nueva Inglaterra.

Las misiones de Zinzendorf continuaron durante varias décadas, y al momento de su fallecimiento, había enviado al menos 226 misioneros a diversas partes del mundo. Actuó como misionero, visitando la isla «Saint Thomas» en las Islas Vírgenes en 1738 y recorriendo Nueva Inglaterra (actual Estados Unidos) de 1741 a 1743, estableciendo iglesias en Nueva York y Pensilvania. En Bethlehem, estableció una base misionera y realizó viajes a comunidades cercanas de indígenas nativos.

Debido a conflictos en Sajonia, Zinzendorf fue expulsado en 1738, regresando en 1747 después de que levantaran su destierro. Durante su exilio, actuó como obispo de la iglesia morava y fundó iglesias en Holanda e Inglaterra. En una de estas iglesias en Londres, John Wesley, quien luego fundaría los metodistas, se convirtió. A su regreso a Herrnhut en 1749, surgen tensiones debido a su liderazgo imponente y a su solicitud de ser llamado «obispo», en conflicto con la igualdad morava. Ordenó a su hijo Christian Renatus como anciano, lo que generó controversia.

En 1749, Zinzendorf destituyó a su hijo y dejó Herrnhut, mudándose nuevamente a Londres. Desde allí, realizó un segundo viaje a Nueva Inglaterra en 1754, logrando que la iglesia morava fuera reconocida en el nuevo mundo. Previamente, había acordado con Thomas Penn, propietario de Pensilvania, permitir que los moravos emigraran al nuevo continente, estableciendo su presencia allí algunos años antes.

En Londres, la influencia de los moravos, liderados por el Conde Zinzendorf, experimentaba un crecimiento significativo, llevando a establecer su oficina principal en la ciudad. Sin embargo, en 1755, un suceso trágico marcó un giro en la vida familiar. El joven hijo, Renatus, falleció a los 25 años debido a la tuberculosis. La madre, Erdmuthe, quedó devastada, visitando constantemente la tumba de su hijo. Zinzendorf, afectado por la situación, tomó la decisión de regresar con ella a Sajonia. No obstante, Erdmuthe falleció un año después, en 1756. Al año siguiente, el Conde contrajo matrimonio con Anna Nitschmann, una destacada líder entre las mujeres moravas.

Para el año 1760, Zinzendorf enfrentaba la bancarrota, debilitado y agotado. Pasó sus últimos días en Herrnhut hasta que quedó postrado en cama. En su lecho de muerte, se dice que expresó al obispo David Nitschmann:

«¿Imaginabas al principio que el Salvador haría tanto como ahora mismo vemos, en los diversos asentamientos moravos, entre los hijos de Dios de otras denominaciones y entre los paganos? Yo solo le pedí unas pocas de las primicias de estos últimos, pero ahora hay miles de ellas. Nitschmann, ¡qué formidable caravana de nuestra iglesia se encuentra ya en torno al Cordero!»

Al día siguiente, el Conde exhaló su último aliento. Sus palabras reflejan su satisfacción por haber cumplido con «la obra del Señor», una pasión que lo llevó a abandonar su carrera política. Su influencia en la iglesia morava fue significativa, tanto en Europa como en el nuevo mundo, y su contribución a las misiones protestantes fue pionera. Sin duda, había dedicado su vida a Jesús, cumpliendo así con el amor que siempre le profesó.

 
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