Muchas mujeres se hacen la misma pregunta: ¿Cómo saber si Dios quiere restaurar mi matrimonio? Claramente estamos en el punto de hablar sobre las crisis matrimoniales… ¡cuánto desearíamos que nunca hubieran ocurrido! Pero, forman parte de las relaciones humanas (todas), y a veces, atravesar momentos difíciles puede fortalecer la unión si sabemos manejarlos con las herramientas adecuadas.
Es crucial recordar que todas las relaciones son de ida y vuelta, lo que significa que ambas partes deben estar comprometidas y alineadas para mantener la paz y una buena comunicación.
Si en este momento te encuentras en medio de una crisis matrimonial, sintiéndote frustrada, triste y desesperanzada, es esencial entender que Dios está a favor del matrimonio.
Desde el momento en que fueron declarados «marido y mujer», el anhelo principal de Dios ha sido que pasen de ser dos individuos independientes a ser uno solo en pareja.
Esto va más allá de un simple gesto romántico o de llevar un anillo en el dedo anular; implica vivir en armonía en pensamiento, acción y visión. No se trata de pensar igual, sino de tener la capacidad de llegar a acuerdos mutuos.
Cuando dentro del matrimonio empezamos a defender posturas egoístas, nos alejamos del principio de «amar al prójimo como a nosotros mismos» (Mateo 22:39), lo cual gradualmente nos distancia del corazón de nuestro esposo.
Es esencial mirar las palabras de Jesús en la Biblia. En Mateo 19:3-8, Jesús aborda la cuestión del divorcio cuando los fariseos intentan tenderle una trampa.
Ellos preguntan: «¿Puede un hombre divorciarse de su esposa por cualquier razón?» Jesús, en respuesta, les recuerda el diseño original de Dios para el matrimonio, que es la unión indivisible de un hombre y una mujer. Desde el principio, Dios estableció que el hombre y la mujer se convirtieran en una sola persona cuando se casaran, lo que significa que el vínculo matrimonial es sagrado y no debe romperse.
Los fariseos, persistiendo, mencionan la ley de Moisés que permite el divorcio. Jesús les indica que esta ley fue dada debido a la terquedad de las personas, pero desde el principio, Dios nunca quiso la separación entre marido y mujer.
Entonces, ¿cómo saber si Dios quiere restaurar tu matrimonio? Reflexiona sobre la enseñanza de Jesús y busca la dirección de Dios en oración. Recuerda que el matrimonio es un pacto sagrado ante Dios, y su deseo es que las parejas permanezcan unidas, buscando la reconciliación y el perdón en lugar de la separación.
Estos versículos nos ofrecen valiosas reflexiones:
Es crucial entender que tanto casarse como separarse son decisiones compartidas. Para que Dios restaure un matrimonio, se requiere la disposición y el compromiso de ambos esposos por encima de considerar la separación.
Para comprender mejor las necesidades de hombres y mujeres en una relación, consideremos el pasaje de Efesios 15:21-29, que nos habla de los «deberes conyugales»:
«Que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador del cuerpo, que es la Iglesia. Si, pues, la Iglesia es dócil a Cristo, séanlo también, y sin reserva alguna, las mujeres a sus maridos. Ustedes, los maridos, amen a sus esposas, como Cristo amó a la Iglesia…«
Este mandato revela las necesidades de ambos:
Es fácil identificarse con el segundo punto, pero es esencial detenerse en el primero y preguntarnos:
Si respondiste «NO» a más de dos preguntas, es probable que tu esposo no se sienta respetado. Considera estas reflexiones para fortalecer tu matrimonio.
En su libro «Amor y Respeto», el Dr. Emerson Eggerichs destaca cómo la falta de respeto en el matrimonio puede desencadenar un ciclo destructivo. Cuando no mostramos respeto hacia nuestros esposos, comenzamos un ciclo en el que la relación se deteriora gradualmente.
Nuestros esposos se sienten heridos y se alejan emocionalmente, lo que nos lleva a sentirnos menos amadas. A medida que nos resentimos, el ciclo empeora. Lo mismo ocurre cuando no nos aman como necesitamos.
¿Cómo podemos detener este ciclo? Uno de los dos debe dar un paso atrás, reconocer que estamos en un ciclo negativo y cambiar nuestra actitud y trato. Solo cuando humildemente admitimos nuestros errores, pedimos perdón y corregimos nuestro rumbo, podemos revertir el camino hacia la destrucción de la relación.
Al hacerlo, cumplimos el mandato de Dios de amar a nuestro prójimo, incluyendo a nuestros esposos. Este amor se demuestra con acciones, no solo con palabras.
Dios desea restaurar nuestras relaciones y transformar nuestros corazones, incluso cuando parecen estar en ruinas. Él puede construir belleza desde las partes más rotas de nuestra vida.
Sin embargo, Dios respeta nuestra voluntad y solo necesita que le demos espacio para transformar nuestros corazones. ¿Estamos dispuestos a permitir que Dios trabaje en nuestros corazones y en nuestro matrimonio? Esta es la pregunta clave que debemos hacernos.
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